Hay tantas cosas que nos relacionan como seres vivos, son leyes naturales de la vida misma que nos resultan enigmáticas, pese a todos los intentos de explicación que el mito, la filosofía y la ciencia quieran darnos nunca encontramos una respuesta satisfactoria; sin embargo, es ese misterio lo que las hace tan sublimes. Una de esas realidades es el afán de todo ser vivo para crear belleza; si observamos con mayor detenimiento, es una necesidad.
Los ejemplos pueden reproducirse de forma infinita: los rituales de apareamiento de muchas aves y los hermosos cantos que emiten, que no son exclusivos de su especie pues también nosotros nos maravillamos con ellos. Asimismo podemos citar el canto de la ballena, que en el ser humano transmite una indescifrable nostalgia. Ambos ejemplos pueden ser afines con una conducta humana, que va enfocada en la misma dirección: la necesidad poética. Ya Miguel Ángel Espino, ha sentenciado en su novela TRENES: “…El deber poético es tan imperioso como el beber orgánico…”
Tagore afirma que: “La Poesía es el eco de la melodía del Universo en el corazón de los humanos”; es así que en la poesía, el hombre toma parte ecuménica del universo, se reconoce en él, con su orden y su caos. Participa de su magia y su belleza. Si, por una vez has sentido esa magia, indudablemente siempre querrás ser parte de ella. Escuchar un poema, es similar a tomar un caracol, y llevártelo al oído para escuchar en él el sonido del mar. Porque la verdadera Poesía, siempre es parte de algo más grande, algo verdaderamente trascendente.
Lo escrito anteriormente cala con la relación de la Poesía con la especie, pero en concordancia con el individuo, todo poema es un autodescubrimiento, cada quién se descubre a sí mismo en un poema, sea propio o ajeno. Recuerdo una frase de Herman Hesse que dicta: “Hacer versos malos depara más felicidad que leer los versos más bellos”. Puede que tenga razón, pues hay que observar que cualquier hombre ha tenido, por lo menos una vez en la vida, la necesidad de participar de la Poesía, sea como autor de sus poemas, o como espectador. Por eso no nos sorprenden estos versos de Bukowski: “…dijo Dios, /cruzándose de piernas: ‘…veo que he creado muchos poetas / pero no tanta Poesía.’ ” Sea cual sea el parámetro que dicte entre los “malos poetas” y “los buenos poetas” hay que destacar que la poesía es una necesidad, a pesar de las limitaciones en la creatividad de los que la escriban. Al poeta, ha sido entregado el secreto de poder cantar a todo lo que hay en el Universo. Su materia prima son las palabras mágicas, palabras que por sí solas, o en relación con otras, pueden engendrar hermosos versos, que, aunque sean algo en apariencia tan pequeño participaran mágicamente de un todo llamado Poesía, que es como dice Tagore: “…la melodía del Universo”.
Los ejemplos pueden reproducirse de forma infinita: los rituales de apareamiento de muchas aves y los hermosos cantos que emiten, que no son exclusivos de su especie pues también nosotros nos maravillamos con ellos. Asimismo podemos citar el canto de la ballena, que en el ser humano transmite una indescifrable nostalgia. Ambos ejemplos pueden ser afines con una conducta humana, que va enfocada en la misma dirección: la necesidad poética. Ya Miguel Ángel Espino, ha sentenciado en su novela TRENES: “…El deber poético es tan imperioso como el beber orgánico…”
Tagore afirma que: “La Poesía es el eco de la melodía del Universo en el corazón de los humanos”; es así que en la poesía, el hombre toma parte ecuménica del universo, se reconoce en él, con su orden y su caos. Participa de su magia y su belleza. Si, por una vez has sentido esa magia, indudablemente siempre querrás ser parte de ella. Escuchar un poema, es similar a tomar un caracol, y llevártelo al oído para escuchar en él el sonido del mar. Porque la verdadera Poesía, siempre es parte de algo más grande, algo verdaderamente trascendente.
Lo escrito anteriormente cala con la relación de la Poesía con la especie, pero en concordancia con el individuo, todo poema es un autodescubrimiento, cada quién se descubre a sí mismo en un poema, sea propio o ajeno. Recuerdo una frase de Herman Hesse que dicta: “Hacer versos malos depara más felicidad que leer los versos más bellos”. Puede que tenga razón, pues hay que observar que cualquier hombre ha tenido, por lo menos una vez en la vida, la necesidad de participar de la Poesía, sea como autor de sus poemas, o como espectador. Por eso no nos sorprenden estos versos de Bukowski: “…dijo Dios, /cruzándose de piernas: ‘…veo que he creado muchos poetas / pero no tanta Poesía.’ ” Sea cual sea el parámetro que dicte entre los “malos poetas” y “los buenos poetas” hay que destacar que la poesía es una necesidad, a pesar de las limitaciones en la creatividad de los que la escriban. Al poeta, ha sido entregado el secreto de poder cantar a todo lo que hay en el Universo. Su materia prima son las palabras mágicas, palabras que por sí solas, o en relación con otras, pueden engendrar hermosos versos, que, aunque sean algo en apariencia tan pequeño participaran mágicamente de un todo llamado Poesía, que es como dice Tagore: “…la melodía del Universo”.
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[*] Escrito en el marco de la celebración del Día Internacional de la Poesía 2012, asunto que ya he tratado en el siguiente post: [La Poesía]*
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