Haremos historia.
No andaremos de rodillas,
El alma no tiene la culpa..."
Caifanes
Lo anterior se ejemplifica durante estas fechas, pues los indígenas que aún viven, caminan como muertos insepultos al paso de la procesión, la cual es encabezada por los humildes “Cristos” todos cargados por personas indígenas. Simbólicamente el cortejo es seguido por la población ladina, que lleva, en andas, al Jesús Nazareno, acompañado de su cortejo, con opulencia y rasgos occidentales. Todos estos son datos semióticos que reflejan más de una parte de los fenómenos culturales que aquí se observan, entre ellos la geografía de la misma ciudad, las pugnas históricas, y el sincretismo, con lo que a religión respecta.
Izalco es un pueblo latinoamericano que encierra todos esos secretos, donde hay tantos espectros que se reflejan en los rostros de los “Cristos”. Durante la procesión el pueblo se transforma, hay mucha gente en las calles, hay alegría, risas, pero esas sonrisas sardónicas en la cara de unos, contrastan con la piedad en el rostro de otros. A pesar de todo eso, Izalco es un pueblo fantasma. Durante esta tarde me embarga una sensación similar a la que sufrí, al leer la novela Pedro Paramo de Juan Rulfo.