Río:
A mí, que beso tus piedras de canto rodado,
concédeme el milagro
de sanar mis huesos.
A Alejandro Henríquez
No puede encerrarse el clamor del mar,
en un frasco sellado;
no puede
limitarse la corriente de un río,
al estrecho discernimiento
de este sistema autoritario.
Alejandro:
te alzarás como un árbol reverdecido
sobreviviendo al incendio.
El río está desbordado,
replicando tu sonrisa.
las calles empedradas de San Pedro,
Están reclamando tus pasos.
Y las piedras de canto rodado que se arrastran [en la playa:
gritan para que salgas en libertad.