Me alejé por un mes. La razón es porque estuve en una clínica de rehabilitación para adictos a la fantasía, me internaron por imaginación investigable. Durante ese tiempo estuve recluido en un sitio horrible, sin cigarrillos, vistiendo camisa de fuerza, sin ver una sola mujer bonita, y lo peor de todo es que no había ni una sola computadora en ese maldito lugar. Todo era un infierno, cuando más mal me portaba me torturaban de una manera deleznable; me sentaban en una poltrona frente a una pantalla y me proyectaban una serie de imágenes: máquinas de escribir, computadoras, libros, papel, lapiceros, tazas de café, cigarrillos, tragos de ron, cámaras fotográficas, y lo peor de todo: fotos de mi ex-novia; luego me descargaban choques eléctricos, la silla y mis ropas terminaban empapadas, por todo mi cuerpo corría un sudor frío después de cada electrochock, el fogonazo hacía que mis dientes entrechocaran, que apretara los puños, y terminara por llorar: ¡Quién sabe cuantas neuronas perdí en cada sesión en esa maldita silla eléctrica! Fue horrible!!! De suerte que viví para contarlo.
La razón por la que me castigaban es porque en ese lugar está prohibido escribir; decomisan todo objeto que tenga que ver con un acto creativo: tratan la manera de que los internos odien el arte. Después de torturarme me encerraban en un cuarto gris, sin ventanas, allí pasaba la noche; muy triste porque no podía ver la luna. Es raro, en todo el tiempo que estuve allí no vi una sola ventana, las paredes del edificio eran grises, frías y un olor a humedad dominaba el ambiente.
Solo un amigo llegó a visitarme, un día le pedí que me llevara a escondidas un crayón verde, pasé una semana esperándolo, mis días de espera me parecieron siglos: el día que me lo dio, lo metí en mi boca para esconderlo. Cuando me encerraron en la noche, dibujé una ventana en la pared, donde se veía la luna, y un gato de espaldas sobre el alfeizar, cuando terminé mi ventana me sentí más aliviado, y recordé que había hecho ese mismo dibujo en mi época de estudiante, en una aburrida clase de lingüística: era la misma ventana, con el mismo gato, la misma luna. El personal de la clínica nunca vio la ventana, porque ellos no tienen la capacidad de ver el color verde. Hace poco me dieron de alta, y allí quedó la ventana en el cuarto oscuro.
Pero a pesar de todo lo que me paso, creo que esa escusa no es valida para argumentar mi ausencia, como verás: no me “rehabilite” del todo.