Mientras el Astronauta recorría la ciudad, observaba a través de la ventanilla los edificios y la gente que se apresuraba para llegar al trabajo, reflexionaba acerca de su rutina, y los envidiaba por tener una vida normal.
viernes, 29 de mayo de 2009
ASTRONAUTA
Mientras el Astronauta recorría la ciudad, observaba a través de la ventanilla los edificios y la gente que se apresuraba para llegar al trabajo, reflexionaba acerca de su rutina, y los envidiaba por tener una vida normal.
miércoles, 27 de mayo de 2009
jueves, 21 de mayo de 2009
CON LA SANGRE AL CUELLO
ERA de madrugada. Yo desperté después de una noche de continuas imágenes tuyas en mi mente, vueltas en la cama y fétidos sudores en la almohada. Me levanté de mi lecho y fui caminando despacio, sigilosamente, con mis pies descalzos hacia la ventana para cortarme las venas. La luna creciente se dibujaba en el dintel, entre el manto oscuro y una nube. Vi mi rostro desconocido por última vez en un espejo, lo rompí, tomé un vidrio, lo deslice por mis muñecas. Después de herirme me quedé contemplado la luna cornuda, recordé que alguna vez te dije que ella era tu espejo, y me asaltaron a la mente estos versos que te gustaban:
La luna se me murió
Aunque no creo en los ángeles.
La copa final transcurre
Antes de la sed que sufro.(*)
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(*) Roque Dalton Odiar el amor
martes, 19 de mayo de 2009
Vida, pasión y muerte del antihombre IV (Pedro Geoffroy Rivas)
De légamos profundos, inconforme,
levantándose absurda, desmedida,
monstruosa de protestas,
agria voz que me agobia,
que me empuja,
que me alza y me sumerge.
Ronca voz que desconoce las palabras,
ancho grito sin fondo,
hosco alarido
descubriéndome entrañas ignoradas,
estrujándome perdidos corazones,
ahogándome gargantas imprecisas.
Ola de agua sin cauce,
inopinada,
violento viento ardiente sin fronteras,
oscurecida vos mía y ajena resonando en oídos que siempre la esperaron,
envolviendo la sangre en venas nuevas,
encendiendo otros ojos,
desatando otra lengua.
Enmohecidos brazos la enarbolan,
puños que antes colgaban levantados,
ruda testuz erguida
negándose al yugo y al inútil arado.
¿De dónde vino a mí?
¿De donde fue en nosotros?
¿Quién arrojó semillas a los surcos hambrientos?
¿Desde cuándo eran nuestras las estrellas?
De aquí, de allá, ellos, nosotros, desde siempre.
Para qué preguntar.
Lento buzo de fuente humilde y minima
trajo palabra antípoda para la voz alzada.
desbordada respuesta, ancha, sin tregua,
palpitando en las vértebras mismas de interrogaciones.
médula joven mía, tensa y firme.
martes, 5 de mayo de 2009
APUNTE DE UN FOTOGRAFO.
que, alto en el alba de una plaza desierta,
A menudo se ven estampas que reflejan esa tensión y manifiestan la pobreza, violencia y lo sórdido. Todos sabemos que El Salvador es uno de los países más violentos de America Latina, sólo falta poner de ejemplo mi caso, soy un visitante reciente en la capital, pero en una de las ciudades más “tranquilas” del país tuve mi primer susto por la delincuencia: cuando, en un microbus, unos pandilleros me confundieron con un policía que supuestamente ellos conocían, me amenazaron con una pistola y por poquito me roban la laptop. Menos mal que no se dieron cuenta que eso era lo que llevaba en mi mochila ¿¡¡Ya voy a parecer policía yo!!? Como se atreven a confundirme, no es que tenga de menos a los uniformados, lo que pasa es que me ofendo porque no soy tan feo para que me anden comparando. De suerte que me salvé de una situación desagradable. Y además, no es eso lo que quiero relatar.
Como decía, vi muchas cosas propias de nuestros países, y que son una perfecta materia prima para congelar en la cámara: fotografíe sus cloacas que sueltan bocanadas de vapores fétidos; las luces nocturnas que acentúan las figuras de las prostitutas y los travestis, haciéndolos parecer espectros; los locos, que pululan en la ciudad y de los que siempre nos resultan sus particularidades. Pero lo que fue mi alegría esa noche, fue que veo en plena calle, una indigente que se baja los calzones en la acera y enseña sus nalgas mientras orina en público. Saqué mi cámara, ella extendió la mano y me dijo entre el flash: “no me tome ninguna foto”, cuando guardé la cámara en el estuche y la puse en un bolso que llevaba, un niño apareció corriendo de la nada y me arrebató el bolso donde llevaba mi Nikkon, me habían robado la cámara, pero no me dolía el hecho de haber perdido el objeto, sino haber perdido la foto, pues en el poco tiempo que la pude revisar en el visor, vi que era una foto muy buena, que reflejaba la cotidianidad de nuestros países latinoamericanos.
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[**] Soda Stereo: En la ciudad de la furia. Disco: Doble vida (1988).