De
finales de Febrero hasta hoy algo ha cambiado, escucho una música que ya no me
parece lejana. Mis pulmones se han llenado de aire nuevo. Todo ha sido un
cambio progresivo que me ha hecho aprender, conocer gente nueva y experimentar gratas
experiencias. Si hay una palabra con la que puedo definir todo esa es:
satisfacción. Muchas de esas satisfacciones han venido a mí
gracias a la literatura. Si bien es cierto, aún no he logrado uno de mis
mayores objetivos en ese ámbito de mi vida, pero sé que estoy muy cerca de conseguirlo.
Haciendo
una retrospección puedo notar que todas esas mejoras se generaron a partir del
día en que decidí cambiar mi actitud, además de los últimos meses del año
pasado, que estuvieron llenos de una serie de eventos que vinieron a ser como un periodo gradual que
me encauzó hasta la satisfacción que siento hoy. No quiero decir que mi pasada actitud
estuviera del todo mal, lo que pasa es que dejé de lado la seriedad que me
caracterizaba y me he tomado la vida más despreocupadamente: es irónico, las
cosas han dado el efecto contrario, pues hoy que aparentemente lo tomo todo con
desenfado, hoy cuando me rio más de mi mismo, que he dejado de preocuparme por
el ridículo, que he dejado de preocuparme más de lo que voy a hacer el día siguiente es cuando mejor me va.
He disfrutado más la vida
en estos últimos meses, todo se me ha dado también porque he tenido mucha
paciencia, y poco a poco me he ido deshaciendo de todo aquello que no
necesitaba, y a mi vida han llegado cosas y personas que le han inyectado
sangre nueva a mis venas, nuevas formas de ver la vida, una de esas personas es
Fátima, mi novia actual. Este año se ve prometedor para mí, hasta el momento no
me ha sido parco en buenas experiencias. Hoy lo veo todo con más claridad,
disfruto uno a uno cada momento del día. Hace poco le comentaba Fátima que mi
momento favorito del día es durante las mañanas, cuando camino hacía mi trabajo:
disfruto esas pocas cuadras que recorro, cuando aún la ciudad no se ha
despertado completamente, y esta así, un poco solitaria. Lo percibo todo, lo
siento todo, es como si mis átomos se distendieran, y se combinaran con los
átomos de todo lo que me rodea. Si hace frío, si hay neblina, si el cielo está
oscuro, los semáforos que se mueren de frio y humildemente vigilan las
encrucijadas, el asfalto mojado, la acera enlluviecida, el indigente que
alimenta a las palomas en el parque libertad: todo me parece agradable, y me
siento feliz de ser espectador del espectáculo de la vida.