En estos últimos días he estado un poco lagrimoso, ya casi van tres semanas que mi situación no cambia.Pero hoy me he decidido a seguir de pie hasta el final: LUZ BELLA AVERNI no se mancha con mis problemas personales, así que va haber mucho de este blog, por tiempo indefinido.
Aunque soy un ateo confeso,(Pero a veces al observar el cielo estrellado y los ojos de Krissia, me digo: ¿será?). Este poema es muy especial para mí; me fue mostrado en una madrugada de copas, bajo la persona de mi amigo Alex Calvillo, por eso lo transcribo hoy: Que vengan nuevos tiempos para Mí, y Que Dios Bendiga Dios.
Me encanta Dios. Es un viejo magnífico que no se toma en serio. A Él le gusta jugar y juega, y a veces se le pasa la mano y nos rompe una pierna o nos aplasta definitivamente. Pero esto sucede porque es un poco cegatón y bastante torpe de las manos.
Nos ha envidado a algunos tipos excepcionales como Buda, o Cristo o Mahoma, o mi abuelo Francisco, para que nos digan que nos portemos bien. Pero esto a Él no le preocupa mucho: nos conoce. Sabe que el pez grande se traga al chico, que la lagartija grande se traga a la pequeña, que el hombre se traga al hombre. Y por eso inventó la Muerte: para que la Vida – no tú ni yo –, la Vida sea para siempre.
Ahora los científicos salen con su teoría del Big Bang… Pero ¿qué importa si el universo se expande interminablemente o se contrae? Esto es asunto sólo para agencias de viajes.
A mi me encanta Dios. Ha puesto orden en las galaxias y distribuye bien el tránsito en el camino de las hormigas. Y es tan juguetón y travieso que el otro día descubrí que ha hecho -frente al ataque de los anbióticos- ¡bacterias mutantes!
Nos ha envidado a algunos tipos excepcionales como Buda, o Cristo o Mahoma, o mi abuelo Francisco, para que nos digan que nos portemos bien. Pero esto a Él no le preocupa mucho: nos conoce. Sabe que el pez grande se traga al chico, que la lagartija grande se traga a la pequeña, que el hombre se traga al hombre. Y por eso inventó la Muerte: para que la Vida – no tú ni yo –, la Vida sea para siempre.
Ahora los científicos salen con su teoría del Big Bang… Pero ¿qué importa si el universo se expande interminablemente o se contrae? Esto es asunto sólo para agencias de viajes.
A mi me encanta Dios. Ha puesto orden en las galaxias y distribuye bien el tránsito en el camino de las hormigas. Y es tan juguetón y travieso que el otro día descubrí que ha hecho -frente al ataque de los anbióticos- ¡bacterias mutantes!
Viejo sabio o niño explorador, cuando deja de jugar con sus soldaditos de plomo y de carne y hueso, hace campos de flores o pinta el cielo de manera increíble.
Mueve una mano y hace el mar, mueve otra y hace el bosque. Y cuando pasa por encima de nosotros, quedan las nubes, pedazos de su aliento.
Dicen que a veces se enfurece y hace terremotos, manda tormentas, caudales de fuego, vientos desatados, aguas alevosas, castigos y desastres. Pero esto es mentira.
Es la tierra que cambia -y se agita y crece- cuando Dios se aleja.
Dios siempre esta de buen humor. Por eso es el preferido de mis padres, el escogido de mis hijos, el más cercano de mis hermanos, la mujer más amada, el perrito y la pulga, la piedra más antigua, el pétalo más tierno, el aroma más dulce, la noche insondable, el borboteo de luz, el manantial que soy.
A mi me gusta, a mi me encanta Dios.
Que Dios bendiga a Dios.
Tomado de:
Sabines, J. (2006) Recuento de poemas 1950/1993. Editorial Joaquín Mortiz: México D.F.