miércoles, 30 de noviembre de 2011
TRANSEÚNTE
Anoto palabras en la neblina que vierte de un faro incrustado en la acera de una calle brumosa
En una ciudad que reprime las imágenes trato de balbucear poemas a transeúntes de oídos sordos que visten levita y fuman suspiros de mujeres enamoradas que olvidaron el camino hacia la sombra
[Veo las mujeres que transitan por la plaza con vestidos transparentes que dejan ver mucha pierna y me enamoro de todas
De la vieja de la joven de la gorda de la flaca de la que lleva pantys de la que no usa ropa interior de la que me mira de la que me ignora de la que me sonríe de la que me escupe de la que quiere matarme y de la que me lee...]
Leo historias de árboles que se quitan la ropa sucia desnudándose en viejos bulevares a la sombra de longevos edificios que reproducen sus balcones incrustándolos en nubes grises
Luego me veo las manos y me doy cuenta que las tengo sucias de tanto hojear horizontes y cultivar incendios que se apagan con las yemas de los dedos
Alguien me señala con el índice y me doy cuenta que es mi verdugo que viene a matarme por caminar desnudo leyendo filosofía
Me hecho a correr por las sombrías avenidas del silencio que gritan el dolor de que les propician mis pasos cansados
Caigo en una encrucijada frente a un semáforo blanco y negro y espero la señal de cruce de los peatones para correr sobre el paso cebra que sólo es el remedo de los durmientes de las vías de un tren fósil
El semáforo no cambia y siento el aliento de mi verdugo que viene tras de mí a una distancia de ciento cincuenta hormigas por hamburguesa
Cruzo la calle y me atropella la sombra de un autobús que lleva pasajeros somnolientos que acaban de salir de una fábrica donde construyen cimitarras para amarrar caballos que sonríen a la luz de la luna
Mientras agonizo tirado en el asfalto veo la luna que sale entre las nubes y se ríe en una carcajada sardónica de la sangre que sale a borbotones de mi cráneo reventado
Un perro se acerca y bebe mi sangre y me lame la cara en un beso fraterno dándome la bienvenida a la realidad sombría y cotidiana de todos los seres humanos.
viernes, 25 de noviembre de 2011
Georg Trakl: poeta transgresor. Una aproximación a la poesía trakliana.
Si bien Trakl no vivió la guerra siendo parte de las filas, la asimiló desde el punto de vista de un civil, que es el que al fin y al cabo puede reflexionar siendo espectador; pues, el soldado poco puede sacar de los momentos que lo envuelven, ya que su objetivo primordial es mantenerse con vida. En una situación en la que el orden social ha cedido, porque: “Es una desgracia tan indescriptible cuando a uno se le quiebra el mundo” [2] los civiles, esas personas que cotidianamente ven su mundo resquebrajado, siempre añoran el anterior estatus quo; surge en ellos una nostalgia, que los lleva a constantes reflexiones; por eso, la mayoría de los buenos testimonios de tiempos bélicos han sido autoría de personas que poco o nada han tenido que ver con las armas. Sabemos por referencias que Trakl fue “asistente de los servicios de sanidad del ejercito austriaco durante la batalla de Godek” [3] de ahí podemos sacar algunas de las conclusiones acerca de su constante cercanía con la muerte, viendo los patéticos padecimientos de los soldados, que sería unos de los pensamientos que lo torturarían constantemente en su menoría. El poeta viene siendo como una mosca que percibe el mundo de forma diferente y que vuela en torno a los moribundos y cadáveres descompuestos.
Cuando leemos los versos traklianos observamos que toda esa muerte, ya sea la de la guerra, o la muerte cotidiana que lo acompaña siempre, la putrefacción, la entropía, todas están encausadas en dos tipos de escenarios: el entorno urbano, la ciudad, que para Trakl es la total aniquilación del ser humano; y un escenario bucólico, de arboledas y selvas oscuras. La connotación del primero de estos escenarios es el culmen de la degradación humana, la vida en la ciudad es la muerte indigna: “Oh, la locura de la gran ciudad, cuando al atardecer/junto al negro muro miran absortos árboles raquíticos/tras máscara plateada asoma el espíritu del mal; / la luz expulsa con látigo magnético a la noche/petrificada." (A los que han enmudecido)[4]. Esta observación es ampliamente consignada por Adolfo Vásquez Rocca, en su artículo: “Georg Trakl y Jorge Teillier; para hablar con los muertos”, donde él desglosa la propensión de Trakl a expresar un malestar relacionado con la decadencia del hombre en el entorno urbano, contraponiéndolo a la nostalgia que vive el poeta al añorar el paisaje de la comarca:
“Así la ciudad de Trakl es imagen de la decadencia del mundo occidental que está relacionado con la figura poética del forastero, el solitario, el apátrida, cuya culpa radica sólo en el hecho, por lo demás inevitable, de existir en este mundo donde sólo habitan exiliados.” [5]
Esa condición de artista desamparado, de ermitaño que nada quiere con los lugares hacinados de personas, ha sido también apuntada por Rodolfo Modern en su artículo: “Georg Trakl: a 90 años de su fallecimiento”; al respecto Modern nos dirá:
“Esta actualidad en la que el hombre está hundido y condenado se exterioriza en las invectivas que le despierta la ciudad, sobre todo la gran ciudad que conocía a través de Viena y Berlin y que le disgustaba hondamente. Allí, en la cresta de la civilización, se sentía Trakl más perdido y abandonado que nunca. En enero de 1913, por ejemplo, había obtenido un cargo burocrático en un ministerio de Viena. Duró allí unas pocas horas. Luego, amargado por su fracaso, se refugiaba en el Tirol, donde Ludwig von Ficker tenía una habitación dispuesta para el difícil amigo.” [6].
Siguiendo la lógica de oposiciones campo/ciudad que ya hemos apuntado, donde por el contrario, la otra muerte, la que representa al entorno idílico de la comarca, del campo, es una muerte más digna, una muerte que lleva a la esencia vital, a convertirse en tierra, en árbol, en tronco hueco con gusanos, es un tránsito primigenio, esa nostalgia y esa exaltación relacionada de los dos elementos: noche y campo es en extremo evidente en el poema: “Canción del Solitario” [7].
En la poesía trakliana surge una trasgresión de la vida: lo inanimado, la piedra, un tronco cortado del árbol, se disloca a lo animado, surgiendo un continuum entre el que se encuentra vivo que va degradándose y lo inerte: un ladrillo, un cuchillo, van adquiriendo vida, por otro lado: “…al atardecer el padre se convirtió en anciano; en cuartos oscuros se petrificó el rostro de la madre, y sobre el muchacho pesó la maldición de la estirpe degenerada…” (Sueño y locura); o en este otro ejemplo: “Oh, la flauta de la luz; / oh, la flauta de la muerte” (Transmutación de lo malo); donde prestamos atención al sentido de la transgresión de la vida, observando a la muerte desde el punto de vista contrario: porque para muchos la muerte es catalogada como tinieblas, oscuridad, frío, la negación de la existencia, pero en este caso la muerte es luz. Siguiendo esta ley, bien podríamos aplicar el Cuadrado Semiótico que alguna vez propuso A. J. Greimas, el cual se constituye a partir de dos operaciones básicas: la negación y la aserción. El Cuadrado Semiótico fue una herramienta propuesta por los estructuralistas, para procurarle a la semiótica una serie de instrumentos lógicos precisos, y demostrar que aún en los procesos inconscientes de la cultura existe una estructura interna. [8] En nuestro caso servirá para hacer un ejemplo y observar mejor las relaciones de presuposición reciproca, de contradicción y complementariedad, que se encuentran en las leyes internas de la poesía trakliana:
O bien:
En la propuesta que mostramos, podemos observar que la relación horizontal es la que representa a la contrariedad: Día vrs Noche; Tinieblas vrs Luz; Vida vrs Muerte. Por otro lado la relación vertical es la de la implicación: (el Día en la poesía trakliana, como arriba está escrito, está implicado a las Tinieblas; y la Muerte está implicada a la Luz, o como lo dice literalmente el verso del poema “Transmutación De Lo Malo”: “Oh, la flauta de la luz; oh, (es) la flauta de la muerte” (El paréntesis es mío). De igual forma sucede con la mayoría de lugares comunes en los que se identifica una transgresión, presentar un catálogo en este ensayo resultaría una tarea ardua para su lectura, así que bástenos con el ejemplo.
Por otro lado el otoño, como símbolo de degradación se hace presente como lugar común en la mayoría de sus poemas. Las hojas muertas que visten los senderos de piedra, y que son al fin y al cabo, sólo cuerpos inertes llevados por el viento, cadáveres apilados de una guerra, que van pudriéndose poco a poco. Así, como ley principal de esa transgresión, la noche adquiere, por el contrario, una connotación diferente al día: el día es tenebroso, la noche es magnífica. En ella, emergen seres fascinantes, gusanos, búhos, zarigüeyas, águilas, murciélagos. En esta poesía todo sucede durante la noche, mientras el degradé de la transmutación de los contrarios va en su desarrollo, los adjetivos adquieren connotación positiva: “Que triste este atardecer/ (…) Sus ojos pacen redondos y dorados en el crepúsculo, / y su seno aguarda al prometido celestial.” (De Profundis); “Suave tañe en el atardecer azul la efigie de los muertos.” (Transmutación De Lo Malo) “Oh, el dulce manojo de ancianos por la noche, / Oh la amarga hora del ocaso” (Canción de Occidente); por otro lado, durante el día: "…un sol siniestro rueda" (Grodek). Estas claras dicotomías adquirieren su claroscuro en la mayoría de poemas, podemos ver que hay una situación liminal en el atardecer, cuando aún el día no se ha convertido en noche, ese momento, ese degradé, esa “amarga hora del ocaso” que recibe una enorme fuerza en la obra trakliana, nos demuestra que en la mente del escritor, no existen blancos y negros, sino una gama de grises: es el claroscuro del mismo universo. Apegados a esa ley, venos que la Muerte y la Vida se besan en ese continuum, el Bien no puede existir sin el Mal, y viceversa, es similar a la implicación Negro/Blanco. Lo sublime y lo corrupto yacen armoniosamente, todo está: "lleno de inmundicias y polvo de las estrellas…"(De Profundis).
Entre la podredumbre, que es una realidad que puede captarse con todos los sentidos, no nos sorprende que Trakl eche mano del recurso de la sinestesia: "…donde ahora silba pardusca la hierba silvestre, / (…) y en el azul sagrado siguen sonando pasos luminosos …" (Infancia) “…escucha con atención la frente del leproso bajo el árbol desnudo.”(Transmutación De Lo Malo). La sinestesia en si, como recurso muy explotado por la mayoría de poetas, nos ayuda a captar las imágenes con todos los sentidos, pues en suma, la poesía trakliana es ante todo imagen, por eso en una primera lectura no se puede negar el sabor de un estilo desordenado, pero las siguientes lecturas son las que le dan cohesión al cuadro: Trakl forjó ese estilo de manera consciente, quizá para presentarnos una forma transgresora de ver la realidad, por eso no nos sorprende que él mismo describiera su poesía como: “ese caos infernal de ritmos e imágenes”, que de esa forma viene siendo altamente expresa pero, singularmente expuesta en diferentes ordenes. Por esa razón Heidegger fijara sus ojos en su poesía, para tomar sus singularidades y así ejemplificar su teoría del poeta como Auto Parlante del Ser: "…Todo gran poeta poetiza a partir de una única poesía. Su grandeza se mide por el grado de fidelidad a ella. La poesía del poeta queda inexpresada. Ninguna de sus Poesías, ni siquiera la totalidad de ellas, lo dice todo. Y, sin embargo, cada poema habla desde la plenitud de una única poesía, y es a esta a que siempre expresa." [9]
Su estilo particular, de “caos infernal de ritmos e imágenes” bien podría acercarnos a un incipiente estilo cinematográfico, al ver la limitante que nos ofrece la cadena del lenguaje, dentro de la cual, cada cosa tiene que ser nombrada sucesivamente, lo contrario a un cuadro o una fotografía, donde toda la descripción coexiste y se basta por sí misma. En los versos de Trakl, sucede todo lo contrario a lo que nos ofrece otro de los malditos: Charles Baudelaire, donde toda la argumentación y las imágenes descritas están altamente ordenadas, tómese como ejemplo el poema “Una Carroña”:
“Recuerda lo que vimos, alma mía, / esa mañana de verano tan dulce: / a la vuelta de un sendero/ una carroña infame / en un lecho sembrado de guijarros,/con las piernas al aire, como una mujer lúbrica, / ardiente y sudando los venenos / abría de un modo negligente y cínico / su vientre lleno de exhalaciones.// El sol brillaba sobre esta podredumbre, / como para cocerla en su punto, / y devolver ciento por uno a la gran Naturaleza / todo lo que en su momento había unido; // y el cielo miraba el espléndido esqueleto / como flor que se abre./ Tan fuerte era el hedor que tú, en la hierba /creíste desmayarte.// Zumbaban las moscas sobre este vientre pútrido/ del cual salían negros batallones / de larvas que manaban como un líquido espeso / por aquellos vivientes andrajos…”[10]
Vemos que las imágenes y las ideas siguen una secuencia lógica en el autor de “Las Flores del Mal”. Que si bien, la temática escatológica está contemplada, el paralelo es que ésta es tratada en ambos poetas con sus estilos altamente marcados.
Como apuntamos anteriormente, muchas cosas acercarían a Trakl a llevar el estandarte de poeta maldito, no sólo el tema de la muerte y la corrupción de la materia, de ver la vida de una forma transgresora, sino también la propensión a vivir su propio personaje del tipo que ya no comparte la confianza en ninguna visión política mesiánica, en la certeza de que todo en la vida es tinieblas, o mejor dicho, en sus propias palabras, con un tono de resignación: “No tengo derecho a sustraerme al infierno”; en nuestra vida, en la que el ser humano es “un animal azul que tirita en silencio” (Transmutación De Lo Malo); y donde “ Son extraños los nocturnos senderos del hombre”.(Revelación y Caída), la noción del desamparo, es multiplicada, y lo único certero es La Muerte con su Luz Liberadora, o como bien lo dijera nuestro autor, en los versos del poema “Sueño y Locura”: “Oh, la voluptuosidad de la muerte./ Oh, criaturas de una oscura estirpe. / Argénteas relucen las flores malignas / de la sangre en las sienes de aquél, / la fría luna en sus ojos quebrados. / Ay, de los nocturnos: ay, de los malditos.” (Sueño y locura). Con ese lamento, esa suplica que se repite en eco: “Ay, de los nocturnos: ay, de los malditos...” Trakl firmaría su epitafio y así terminaría su papel y personificación, tras morir por sobredosis de cocaína, accidente que algunos adjudican como un atentado a su vida, ya que el poeta, tenía como precedente un fallido intento de suicidio. Por nuestro lado, a los que todavía vivimos – o bien, decimos quizá erróneamente que estamos vivos – después de leer sus poemas, nos queda la clara idea que "todos los caminos desembocan en negra podredumbre…" (Grodek)
NOTAS
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[1] S. Freud, “El Malestar En La Cultura”. Alianza Editorial, 1981: Madrid España. Ver el capítulo 5, página 53, de esa edición.
[2] Georg Trakl, en una de sus cartas personales, citada por Rodolfo Modern en el artículo: “Georg Trakl: a 90 años de su fallecimiento”
[3] Referido por Ricardo Silva-Santisteban, en el artículo: “Trakl, muerte y poesía” Revista Eco N° 209, marzo de 1979, Bogotá: Colombia.
[4] Los ejemplos referentes a los poemas traklianos, serán citados internamente en el texto, encerrando el nombre del poema al que hacen alusión los versos entre paréntesis.
[5] Vásquez Rocca, A. “Georg Trakl y Jorge Teillier; Para hablar con los muertos” en Almiar, Margen-Cero: http://www.margencero.com/articulos/articulos3/trakl.htm.
[6] Modern R. “Georg Trakl: a 90 años de su fallecimiento”
[7] Para ejemplificar el poema nos respaldamos en esta versión de Antonio Gamoneda:
“Canción del Solitario
Cargado de armonía está el vuelo de los pájaros. En las praderas cristalinas de los ciervos, los verdes
bosques se reúnen al atardecer en torno a cabañas silenciosas.
La oscuridad hace más tenue el murmullo de las aguas. Vienen húmedas sombras
y, melodiosas en el viento, vienen también las flores del verano.
Ya anochece en la frente del hombre pensativo y una llama de bondad arde en su corazón.
Es la paz de la cena: el pan y el vino están benditos por las manos de Dios
y, en silencio, con sus ojos nocturnos, tu hermano te mira y descansa de los caminos espinosos.
Ah vivir en el azul y en el espíritu de la noche.
En las habitaciones, el silencio rodea con amor las sombras de los antepasados,
los martirios purpúreos, el lamento de una estirpe
que, piadosa, se extingue en el descendiente solitario.
En el umbral de piedra el enfermo despierta de los negros instantes de la locura
y le rodean la frescura azul, el luminoso final del otoño,
el sosiego de la casa y las leyendas del bosque.
ésta es la medida y la costumbre, así son los caminos lunares
de quienes se retiran a las cercan.as de la muerte.”
[8] Helena Beristaín, citando a Greimas, define el cuadrado semiótico con las siguientes palabras: “… tiene un parecido con el cuadrado de la lógica binaria de proposiciones, “aunque no explicita todas las relaciones figuradas por el cuadrado lógico. Y desde luego, Greimas habla de una lógica especial a la que llama: “lógica de posiciones y de presuposiciones” el establecimiento de cuadrado semiótico procede de dos operaciones fundamentales, la aserción y la negación”. Para una descripción más amplia sobre esta herramienta, revisar: Beristaín H. (1995) “Diccionario de Retorica y Poética” Editorial Porrúa. México: DF; páginas: 123-128.
[9] Heidegger M. (1970). “Georg Trakl, una localización de su poesía”. En Georg Trakl. Poesías, Ed. Carmina, Buenos Aires: Argentina, 2da ed., pág.:8.
[10] El poema sigue de la siguiente forma: “…Todo aquello descendía y subía como una ola, / o se lanzaba chispeante / se hubiera dicho que el cuerpo, hinchado por un aliento vago, / vivía y se multiplicaba. // Y este mundo producía una música extraña / como el agua que corre y el viento // o el grano que un ahechador con movimiento rítmico // agita y voltea con su criba. // Las formas se borraban y no eran más que un sueño, / un esbozo tardo en aparecer / en la tela olvidada, y que el artista acaba / sólo de memoria. // Detrás de las rocas una perra inquieta / nos miraba con ojos enfadados, // espiando el momento de recuperar en el esqueleto / el trozo que había soltado. // Y, sin embargo, tú serás igual que esta basura, // que esta horrible infección, // ¡estrella de mis ojos, sol de mi naturaleza, / tú, mi ángel y mi pasión! // ¡Sí! tal tú serás, oh reina de las gracias, / después de los últimos sacramentos, / cuando vayas, bajo la hierba y las fértiles florescencias, / a enmohecer entre las osamentas. // Entonces, oh belleza mía, di a los gusanos /que te comerán a besos, / ¡que he guardado la forma y la esencia divina / De mis amores descompuestos!”
sábado, 12 de noviembre de 2011
CAÍN UN MISTERIO (Lord Byron)
Caín: Me alegraría el hecho de saber que yo no moriría nunca, como esas encantadoras luces que no mueren; aunque, esta vida que llevo no es fácil. ¿Qué es La Muerte…? Pienso que a la vez es algo terrible y tentador, con lo que por el momento no puedo sortear porque no encuentro guía. Aunque más bien La Muerte es algo en contra nuestra, y más porque mi familia y yo hemos pecado: la hemos heredamos, como un mal, como algo que enferma.
Lucifer: Puedes resolver tus interrogantes aquí en la tierra.
Caín: Pero… ¿Podré saberlo?
Lucifer: ya que yo no conozco La Muerte, no puedo responder. Tienes que experimentarla tú mismo.
Caín: Si yo fuera la tierra tranquila, eso no estaría mal: hubiera preferido no existir nunca… ¡Ser nada más que polvo!
Lucifer: Ese es un deseo indigno, inferior al de tu padre ¡Porque él quería el conocimiento!
Caín: Pero no tenía deseos de vivir por la eternidad… ¿Y por qué no le arrancó la vida del Árbol? ¿Qué acaso no es ese su nombre: el Árbol del Conocimiento y de la Vida?
Lucifer: Él se vio comprometido.
Caín: Cometió un mortal error!!! No tenía que arrebatar la fruta: porque antes que cruzar el umbral del conocimiento, él ignoraba la existencia de La Muerte. ¡Ay! Apenas ahora sabemos lo que es; y, sin embargo tengo miedo… miedo de lo que no comprendo, porque aún hay muchas cosas que ignoro.
Lucifer: Yo, que lo sé todo, puedo decirte que no temas. No sientas miedo, busca cuál es el verdadero conocimiento.
Caín: ¿Pretendes tú enseñarme todo?
Lucifer: Sí, pero con una condición.
Caín: Dime…
Lucifer: Que me rindas pleitesía, como tu señor.
Caín: Tú no eres el Señor que mi padre adora.
Lucifer: No.
Caín: ¿Eres igual…?
Lucifer: ¡No! Yo no tengo nada que ver con Él.
Caín: Aún así tampoco lo haría: adorarte sería algo muy infame. ¿O acaso estás por encima de Él…?
Lucifer: Yo he sido partícipe de Su poder, fui un funcionario de Su Reino. Yo habito aparte, pero Yo soy grande, tan igual, o superior a Él. Muchos son los que me honran, y son más importantes que tú, ¡pobre barro! ¿Quién te has creído? Tú no eres el primero que se postra ante mí.
Caín: ¡Yo nunca…! Hasta el momento ni siquiera me he inclinado al Dios de mi padre. Aunque mi hermano Abel, siempre lisonjea y tantas veces implora. Abel siempre está junto a mí padre en el sacrificio; yo los acompaño pero nunca me inclino, nunca he suplicado, no me nace del corazón hacerlo. ¿Por qué he de inclinarme ante ti?
Lucifer: Si, ya he notado que nunca te has dado reverencia.
Caín: ¿¡Como lo sabes!? ¿¡Si yo no te lo dije antes!?... Me intriga lo que puedes darme. Enséñame, guíame en tú sabiduría. ¿Enséñame a ser poderoso?
Imagen:Gravado de Gustav Doré, sobre El Paraíso Perdido de Milton.
viernes, 4 de noviembre de 2011
Gracias por la gracia que me dispensan los Tepehuas, Divinidades náhuat-pipiles en el olvido... (Rafael Lara-Martínez)*
Disemino símbolos en gala, recuerdos de los ancestros, como gotas de agua a lo largo del Taltikpak. Los disemino hacia toda la superficie de la Tierra como si fueran talleres de arte para que la cultura sustituya la violencia.
Con donaire acarreo emblemas en matatas agujereadas hasta que la palabra “memoria-salvadoreña” se desgrane a los cuatro rumbos del Universo. Se esparza hacia el espacio que recorro a diario en el pensar, en el leer y en el escribir. La predico en el hablar de la utopía que abona el renacer de lo nuestro.
El anhelo solicita que la recordación salvadoreña, indígena y florida, fructifique a la luz del rocío extranjero hasta reconocerla como propia.
Gracias a quienes me nominan a este Premio Nacional de Cultura. Simpatía suprema al Comité que me elige. A las personas que me lo otorgan quienes harán de la cultura nacional su brújula en el pensar y en el actuar. Gracia espléndida de las editoriales que en cosecha paciente colectan mis escritos. Ingenio de mis alumnos que prosiguen los pasos de la investigación y de la escritura. Gracia del tiempo agraciado que me otorga mi universidad para reflexionar y anotar letras ennegrecidas en la blancura impoluta del páramo. Gracia de las estaciones repetitivas y cambiantes en el desierto de Aztlán cuyo ciclo anual remoja las oraciones. Conjuga la contrariedad. La polvosa primavera retoña en textos de cacao más verdes y esperanzados que el terruño. El verano los calcifica en prosa estricta de piedra y huesos labrados. El otoño los humedece bajo la hojarasca huraña de poesía entrañable para que el invierno los olvide. Para que en el eterno retorno el presente imite el pasado que aborrece y olvida. Las estaciones me enseñan la re-volución sinódica en la cual somos una identidad nacional disgregada por el mundo.
De Aztlán a Cuzcatlán, viceversa, de Cuzcatlán a Aztlán. Me demuestran la utopía revivida de una nueva juntura del recuerdo y del olvido, en la unión de los opuestos. Gracia de la literatura salvadoreña y de su historiografía en rúbrica desteñida. Gracias a los nopales de quienes plagio la crítica espinosa. No hay memoria que no sea punzante en su escalofrío, hermana gemela del olvido. Gracia del desierto polvoriento y solitario. Gala del exilio grávido de documentos salvadoreños sin recuerdo, como polvo flotando en el aire. Como polvo que nadie refina.
Gracias a todos Uds. por reconocer mi gracia. Por apoyar que prosiga diseminando la Nación, esparciendo la disemi-Nación de la “memoria-salvadoreña” por el Mundo. Gracias a la gracia de los Tepehuas que se cierne hoy sobre todos nosotros en lealtad a su propia cultura. Al amor de una ninfa con quien me encuentro al cruzar la “selva oscura”. Su clarividencia me enseña el malestar que afecta a los salvadoreños que rompemos el cordón umbilical del trópico húmedo: “la nostalgia de los guanacos” o la “guanacolía” de la que padezco, declama ella.
Gratitud sublime a los ancestros multilingües náhuat-pipiles, españoles, sefarad, al-andalús y otros que me visitan a diario en Comala. Ofrenda a todos los vivos y a los muertos insolentes en su compromiso discorde a diestra y siniestra. Salarrué junto al general teósofo, Roque Dalton en la “pureza” guerrillera que lo empaña, etc. Al equilibrarlos vivo en la gracia aquilatada del extremo centro. Quienes no reciben justicia regresan escindidos, en calidad de fantasmas, como Tunantzin, Nuestra Madre, convertida en La Mujer-Nación en Fragmentos, La Descarnada.
Gracias a Uds. por acompañarme en este instante de júbilo. En este instante infinito que lo calcula una mano extendida, macuil, cuyos hijos-pipil-dedos hechos de mazorca alcanzan las estrellas distantes. La utopía náhuat-pipil ocupa no una simple plaza al centro de una ciudad indignada. Ocupa el universo entero, un cuerpo vivo y escrito que en voluntad política proyecta la integridad de la nacionalidad salvadoreña, ahora dispersa por el Mundo.
Gracias al florecimiento, al renacimiento primaveral de lo indígena en El Salvador que se avecina. Se avecina la utopía en la cual la cultura conduce la política al sublimar la violencia actual en escuelas de creación artesanal, artísticas, musicales y literarias. Muchas gracias a Uds. por escucharme en gracia desde El Salvador siempre…"
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(*) Discurso pronunciado por el Dr. Lara-Martínez durante la ceremonia en la que se le hizo entrega del Premio Nacional de Cultura Bicentenario, El Salvador 2011.
miércoles, 2 de noviembre de 2011
Dos De Noviembre, Para Mesoamérica, Día De Los Difuntos.
Quiero que sea con dulces y no con piedras
Por si alguna vez me buscas
Estaré eternamente lejos
Como para darte sólo flores
Te guardaré mil estrellas."
Caifanes
Para Mesoamérica este 2 de noviembre se celebra “El Día De Los fieles Difuntos” , que es una fiesta que en su proyección popular desentraña, hasta cierto punto, una práctica carnavalesca: todo es color, luces, y puedo aventurarme a decir que hay alegría en los cementerios, en contraste a los demás días del año, cuando todo es solemne. Es como si con todo ese aparataje, los vivos quiéranos negar La Muerte, hacer más ruido, llenar todo de luces, de color, para que La Muerte se espante. Este día es un ejemplo del realismo mágico garcíamarquiano, los cementerios parecen una feria, un lugar donde podemos disfrutar de unas cervezas, de platillos típicos, y comida rápida, cosas que sólo pasan el Latinoamérica.
En lo personal, siempre me han fascinado los 2 De Noviembre, desde niño, he sentido en su transfondo, que me conectan con algo más grande, con algo que me hace un ser humano, y que es una tradición ancestral, que seguirá allí después de mi propia muerte, que continuará transformándose en sus sincretismos, y de la cual otros seguirán celebrando en el futuro.