El gran tema sin duda es el
reciente fallecimiento de Gabriel García Márquez, pero, si revisamos un poco,
podemos darnos cuenta que Gabo muere a sólo dos días de la fecha de
conmemoración del fallecimiento de otro
Premio Nobel: Octavio Paz. ¿Será que abril es un buen mes para la muerte de un
Nobel? Y mucho más si es un Nobel latinoamericano. No es una coincidencia que
tenga mucho acierto, pues otros dos Nobeles como Neruda y Mistral murieron en
fechas disimiles. Pero la coincidencia de ambas muertes me recuerda aquella
idea disgregada en gran parte de la obra de
otro notable, que no ganó el Nobel pero, según mi humilde punto de vista
si lo merecía, Borges: el maestro argentino sostiene que la muerte hace contemporáneos
a los escritores. El tiempo los conservará juntos, como contemporáneos y los
disecará en la memoria mágicamente.
De Octavio Paz sólo puedo decir
que admiro su vasta obra de carácter académico, pues sólo había tenido la
oportunidad de revisar ese rubro hasta hace pocos meses, ya que últimamente me
he visto en la necesidad de estudiar su obra poética. Sería un hipócrita si
objetará que hasta la fecha su poesía me ha tocado, sinceramente eso espero, y
eso es lo que busco en mis recientes lecturas de Paz en dicho género. Resumiendo:
Paz, escritor que admiro por su erudición. Por mi gusto por el género narrativo
me he sentido más tocado por García Márquez; para mí, Gabo, entre todas las
cosas que le legó a la literatura, dio vida a un sinfín de personajes que
traían en su esencia una nota común: jamás pierden la esperanza en algo, por
muy transcendental o muy absurdo que sea. Esos personajes, tan vívidos, guardan
una admirable dignidad.
A ambos, Paz y García Márquez,
compañeros de oficio, la muerte los ha cruzado hoy en el tiempo, como una, al
fin y al cabo, alegre ironía.