viernes, 8 de febrero de 2008

UMBRAL.

Todos alguna vez en la vida, hemos sido tentados a caminar -sin un itinerario- por calles desconocidas. Ya sea para descubrir nuevos rumbos, o para satisfacer nuestra curiosidad natural.

Cuando recorremos el laberinto que algunos llaman ciudad, dentro de sus callejuelas llenas de sombras que esperan agazapadas el momento furtivo de lanzarse sobre nosotros, tropezamos con diferentes cosas: el farol gris de una esquina; la lata que nos pide a gritos un puntapié; el color blanco de una verja; la textura de una pared sobre la cual rozamos al pasar nuestros dedos; un león con las fauces abiertas, destinado a ser aldaba de una puerta; o la infaltable piedra donde trastabillamos: algunas de estas impresiones son de nuestra aprobación, otras son desdeñadas por nuestros sentidos.

Así, no nos resulte raro, encontrar entre los transeúntes, el resplandor furtivo de una moneda de plata, pidiéndonos que la levantemos de la acera. Estos descubrimientos son vedados a otras personas, porque son cuestión de un momento invaluable e irrepetible que sólo nos pertenece a nosotros.

De la misma forma, puede aparecer ante nosotros un umbral, con su puerta y aldaba. Desde que lo vemos nos sentimos atraídos por él,.. Nos invita a entrar. ¿Qué misterios descubriremos al cruzar la puerta? ¿Qué silueta nos abrirá? Una cosa si es cierta, no escucharemos estas inmortales palabras:

“- Bienvenido a mi casa. Entre libremente. Pase sin temor. ¡Y deje en ella un poco de la felicidad que trae consigo!" (1)

La invitación a cruzar está dada, ¿será porque este instante de reflexión y contemplación está destinado para nosotros?

Ronald Orellana.

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(1) Stoker, B. Drácula, capitulo 2, página 33. Diario de Jonathan Harker.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

hum....bral
me parece excelente...
Lo que todos debemos aprender es ano cegarnos con las mentas que tenemos, porque luego tropezamos y perdemos las cosas mas maravillosas del camino de la meta...

TODO INICIA EN TU HUMBRAL....
zurehal es Lautramont el desalmado.

Ronald Adolfo Orellana. dijo...

ok.