Muchos autores [*] han señalado que después del etnocidio de 1932, los indígenas han desaparecido. Todos se basan en datos arrojados por los censos y asentamientos de natalicios: sabemos que para los estudios culturales no hay que apoyarse en indicadores que arrojen datos positivos como un censo para determinar conclusiones. Otros han recalcado que después del 32, se ha llevado una opresión cultural que ha terminado por minar las proyecciones culturales de los grupos indígenas. La última postura es plausible, pero no es del todo aceptable.
Para la definición de una identidad indígena, la opresión cultural es clave, y parte de esa opresión cultural la enfocan los medios de comunicación. En los medios de comunicación es dominante el blanco, las mujeres rubias, los hombres de facha delicada; ese vendría a ser el ideal en la apariencia del salvadoreño. Sin embargo, el grueso de la población comparte rasgos como la piel cobriza, el mentón prominente y el cabello lacio y negro: el indígena aparece en atisbos claros en el perfil de muchos salvadoreños.
Si se le pregunta a personas que comparten esas características (piel cobriza, mentón prominente, cabello lacio y negro) su pertenecía indígena, lo niegan, o no lo saben, a lo mucho, pueden responder con un: soy ladino o mestizo, respuesta común para la mayoría de salvadoreños, pues básicamente El Salvador es un país ladinizado. Ese es sólo uno de los rasgos del salvadoreño, otro es la falta de una identidad lingüística basada en el acento (los altos y bajos en la pronunciación, y la voz aguda), pues en los medios, los comunicadores utilizan lenguaje estándar, en contraposición a otros países, donde el acento característico es utilizado en los Mass Media.
La premisa anterior nos arroja una luz para argumentar que la cultura indígena no se ha extinto, pues también hay que tener en cuenta el rasgo contrastivo: el ladino hace al indígena, y el indígena hace al ladino, es la definición de uno frente al otro. Si se menciona que hay ladinos, o si alguien se considera ladino, tenemos que admitir por implicación la presencia indígena. La impugnación es lo que le da identidad a los grupos. No hay que verlo desde un punto de vista histórico, ya que esa impugnación sigue latente al menos en los enclaves donde sucedió la masacre de 1932, cítese Izalco y Nahuizalco.
El fenómeno de la ladinización en El Salvador ha sido significativo, es también una herencia de los sucesos del 32, pues muchos de los indígenas (en su mayoría mujeres) que sobrevivieron a la masacre tuvieron que mimetizarse, hacer un rompimiento con sus costumbres y negar su identidad para sobrevivir, esta estrategia de adaptación ha creado un trauma filogenético [**]. Pero a pesar de eso, las mujeres también han sido las continuadoras de los conocimientos culturales, pues han sabido ser el lecho transmisor de muchas pautas de la estructura cultural indígena: sus hijos han mamado los traumas, pero también se han amamantado con conocimientos, cosmovisión y habitus propios de su cultura.
Por otro lado, Erick Wolf [***] declara que: “La calidad de indio no consta en una lista discreta de rasgos sociales: se halla en la calidad de las relaciones sociales encontradas en comunidades de cierto tipo y la autoimagen de los individuos que se identifican con esas comunidades” esta cita de Wolf nos da la pauta para el otro argumento clave en la afirmación de la presencia indígena, y es el reconocimiento de grupos que se auto identifican con su origen indígena, claro está, en la mayoría de los casos son personas que no comparten rasgos fenotípicos, pero que declaran, y comparten el habitus propio de las comunidades indígenas, esa vendría a ser la contrapartida al grupo arriba citado. Dichos individuos, participan en ceremonias, usan trajes típicos, trabajan en activismo enfocado a la preservación y promoción de su cultura; aunque en apariencia, sus rasgos físicos estén muy alejados de los rasgos indígenas.
Ahora surge una pregunta: ¿La identidad la da el tipo físico (fenotipo) o los patrones que un individuo adopta, ya sea conciente, o inconcientemente, y que lo adhieren a un grupo cultural? La respuesta en este caso es obvia: el individuo que adquiere la convicción de pertenecer a un “grupo X”, o “cultura Y”, aunque no posea los rasgos físicos aborígenes (para este caso) es legítimamente parte de esa cultura, porque son los patrones que le dan identidad frente a otros grupos, el fenómeno es similar a la conversión de un individuo a una religión.
Esos sólo son algunos de los argumentos que nos demuestran la presencia indígena en El Salvador, que ha sido negada a través de años, irreconocida por el Estado, minusvalizada por la marginación social que ha vivido a lo largo de la historia, irreconocida por la mayoría de la población. PERO, ha sobrevivido a más de un etnocidio, a la opresión cultural y económica, a la negación de la legitimidad de sus proyecciones religiosas y cosmovisión; y resurge, con nuevas proyecciones, logrando actualmente ser reconocida en El Salvador. Hoy en día, ya no puede ser negada, y emerge, similar a los retoños del tronco de un árbol que intento ser cortado.
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[*] Este opúsculo no pretende ser exhaustivo, más bien plantea ideas que quedan por desarrollar en los siguientes escritos referentes al tema.
[*] Entre ellos Erik Ching, en el libro: “Las masas, la matanza y el martinato en El Salvador” (2007) UCA Editores. San Salvador, El Salvador. Págs.: 100-110.
[**] Para mayor información sobre el concepto filogénesis, revisar el libro: "Eros y civilización" de Herbert Marcuse, Págs. 25- 33. 63-81.
[***] Wolf Erick, citado por Carlos Rafael Cabarrús, en el Libro: "La cosmovisión k’ekchi’ en proceso de cambio" (1979) UCA Editores. San Salvador, El Salvador. Pág.:148.
Para la definición de una identidad indígena, la opresión cultural es clave, y parte de esa opresión cultural la enfocan los medios de comunicación. En los medios de comunicación es dominante el blanco, las mujeres rubias, los hombres de facha delicada; ese vendría a ser el ideal en la apariencia del salvadoreño. Sin embargo, el grueso de la población comparte rasgos como la piel cobriza, el mentón prominente y el cabello lacio y negro: el indígena aparece en atisbos claros en el perfil de muchos salvadoreños.
Si se le pregunta a personas que comparten esas características (piel cobriza, mentón prominente, cabello lacio y negro) su pertenecía indígena, lo niegan, o no lo saben, a lo mucho, pueden responder con un: soy ladino o mestizo, respuesta común para la mayoría de salvadoreños, pues básicamente El Salvador es un país ladinizado. Ese es sólo uno de los rasgos del salvadoreño, otro es la falta de una identidad lingüística basada en el acento (los altos y bajos en la pronunciación, y la voz aguda), pues en los medios, los comunicadores utilizan lenguaje estándar, en contraposición a otros países, donde el acento característico es utilizado en los Mass Media.
La premisa anterior nos arroja una luz para argumentar que la cultura indígena no se ha extinto, pues también hay que tener en cuenta el rasgo contrastivo: el ladino hace al indígena, y el indígena hace al ladino, es la definición de uno frente al otro. Si se menciona que hay ladinos, o si alguien se considera ladino, tenemos que admitir por implicación la presencia indígena. La impugnación es lo que le da identidad a los grupos. No hay que verlo desde un punto de vista histórico, ya que esa impugnación sigue latente al menos en los enclaves donde sucedió la masacre de 1932, cítese Izalco y Nahuizalco.
El fenómeno de la ladinización en El Salvador ha sido significativo, es también una herencia de los sucesos del 32, pues muchos de los indígenas (en su mayoría mujeres) que sobrevivieron a la masacre tuvieron que mimetizarse, hacer un rompimiento con sus costumbres y negar su identidad para sobrevivir, esta estrategia de adaptación ha creado un trauma filogenético [**]. Pero a pesar de eso, las mujeres también han sido las continuadoras de los conocimientos culturales, pues han sabido ser el lecho transmisor de muchas pautas de la estructura cultural indígena: sus hijos han mamado los traumas, pero también se han amamantado con conocimientos, cosmovisión y habitus propios de su cultura.
Por otro lado, Erick Wolf [***] declara que: “La calidad de indio no consta en una lista discreta de rasgos sociales: se halla en la calidad de las relaciones sociales encontradas en comunidades de cierto tipo y la autoimagen de los individuos que se identifican con esas comunidades” esta cita de Wolf nos da la pauta para el otro argumento clave en la afirmación de la presencia indígena, y es el reconocimiento de grupos que se auto identifican con su origen indígena, claro está, en la mayoría de los casos son personas que no comparten rasgos fenotípicos, pero que declaran, y comparten el habitus propio de las comunidades indígenas, esa vendría a ser la contrapartida al grupo arriba citado. Dichos individuos, participan en ceremonias, usan trajes típicos, trabajan en activismo enfocado a la preservación y promoción de su cultura; aunque en apariencia, sus rasgos físicos estén muy alejados de los rasgos indígenas.
Ahora surge una pregunta: ¿La identidad la da el tipo físico (fenotipo) o los patrones que un individuo adopta, ya sea conciente, o inconcientemente, y que lo adhieren a un grupo cultural? La respuesta en este caso es obvia: el individuo que adquiere la convicción de pertenecer a un “grupo X”, o “cultura Y”, aunque no posea los rasgos físicos aborígenes (para este caso) es legítimamente parte de esa cultura, porque son los patrones que le dan identidad frente a otros grupos, el fenómeno es similar a la conversión de un individuo a una religión.
Esos sólo son algunos de los argumentos que nos demuestran la presencia indígena en El Salvador, que ha sido negada a través de años, irreconocida por el Estado, minusvalizada por la marginación social que ha vivido a lo largo de la historia, irreconocida por la mayoría de la población. PERO, ha sobrevivido a más de un etnocidio, a la opresión cultural y económica, a la negación de la legitimidad de sus proyecciones religiosas y cosmovisión; y resurge, con nuevas proyecciones, logrando actualmente ser reconocida en El Salvador. Hoy en día, ya no puede ser negada, y emerge, similar a los retoños del tronco de un árbol que intento ser cortado.
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[*] Este opúsculo no pretende ser exhaustivo, más bien plantea ideas que quedan por desarrollar en los siguientes escritos referentes al tema.
[*] Entre ellos Erik Ching, en el libro: “Las masas, la matanza y el martinato en El Salvador” (2007) UCA Editores. San Salvador, El Salvador. Págs.: 100-110.
[**] Para mayor información sobre el concepto filogénesis, revisar el libro: "Eros y civilización" de Herbert Marcuse, Págs. 25- 33. 63-81.
[***] Wolf Erick, citado por Carlos Rafael Cabarrús, en el Libro: "La cosmovisión k’ekchi’ en proceso de cambio" (1979) UCA Editores. San Salvador, El Salvador. Pág.:148.
Imágenes:
Por orden de ubicación:
1) [Sacerdote ("Tata") indígena preparando una ceremonia] Ronald Adolfo Orellana.
2) [Ceremonia indigena] Julio González Erazo.
12 comentarios:
Bueno, más de una vez he escuchado esa pregunta tan complicada: "¿Qué carajo es, realmente, un indígena?". Porque hay puntos extremos, ¿no? Ciertamente, nosotros llamamos indígena, por ejemplo, a la tribu no contactada, a la que a lo mucho puede saber que existe la cultura occidental porque los ha visto a distancia.
¿Indígena es el hombre semi-occidentalizado? Porque de purezas ni hablar. ¿Existe entonces el indígena? El miembro de una tribu no contactada, ciertamente, no se llama a sí mismo "indígena".
Bueno, doy vueltas. Pregunta difícil. Me gusta cómo va saliendo este asunto, compadre. Sigue así.
La uniformidad del mundo llega a todos. El mundo global está arrasando con los "diferenciados", con los peculiares, esos pueblos ancestrales, únicos, de costumbres y culturas diversas son absorbidos por único uniforme y triturador sistema de consumo capitalista. A lo grande, mirad China y como se está reconvirtiendo. Muy interesante. Un saludo
SANTIAGO:
Creo que todo radica en la autodefinición que tenga el individuo. Tú ya sabes, el termino “indígena” es de por si, occidental. Es parte de la forma en que el occidental clasifica a “el otro”, es una pieza del aparato de impugnación hacia “el otro” aunque, con el tiempo, y el uso, los aborígenes, o naturales, adoptan el término, ya se hace propio, y se vuelve parte de su autodefinición, parte de su identidad.
Saludos fraternos.
MANUEL:
En algunas ocasiones la globalización puede ser un elemento positivo, pero en la mayoría de los casos no, por eso tienes mucha razón: la globalización arrasa con los grupos diferenciados, bombardeando desde distintos flancos, tratando de cimentar una cultura global, en la que sólo cabe occidente, eso es en estos años, pero en antaño, y aún hoy en día lo más lamentable ha sido cuando la visión del “otro” lleva a la violencia racial y al etnocidio.
Siempre es un gusto recibir tus comentarios.
Saludos Fraternos.
El GRAN problema de la globalización, creo yo, es que a menudo pinta las cosas en un solo plano, sin tomar en cuenta el hecho de que entre dos culturas existe una enorme diferencia sólo en las formas de representarse el mundo, pensar o relacionarse con los otros. De hecho, te recomiendo mucho un libro de Raimon Panikkar, un filósofo hindú muy versado en filosofía occidental. Se llama "La experiencia filosófica de la India", y sus primeras partes se dedican al problema de la interculturalidad. Fascinante.
Si te interesa el tema del "otro" y demás, creo que la mejor perspectiva que se ha montado desde el terreno filosófico es la que se sigue de la obra de Donald Davidson, que no es un autor tan comentado como otros, pero que te recomiendo por completo.
Un abrazo, y sigue con esto, que parece que se arma.
SANTIAGO:
Muchas gracias por las sugerencias, de ti guardo una serie de autores que he conocido por tus indicaciones, como es el caso del poeta Eielson, que se ha convertido en una de mis lecturas favoritas; lo bueno de todo, de este medio de comunicación, es que he aprendido mucho, en el caso de compartir asesorías, pues es un enriquecimiento multilateral, pues también ya te he ofrecido algunas lecturas y autores; para este caso, en lo que ha globalización respecta, me he quedado un poco corto con teóricos, más que todo, mi enfoque va por la línea de Gilberto Jiménez, que es un antropólogo de la UNAM, algunos artículos de este autor enfocados en ese tema, son demasiado superficiales, pero ha sido de lo poco rescatable que he podido encontrar, te invito a revisarlo.
Reitero las gracias, que bueno que la discusión está abierta, ojalá entrarán más personas, para conocer más enfoques.
Después de tu primer cometario, me he quedado pensando en otros papeles, por ejemplo en algo así como una redefinición del término indígena, la sinonimia que se da con otros términos, y el sentido despectivo que se le otorga en muchos contextos.
De nuevo: Saludos fraternos.
Despues de un tiempo he regresado con un "Tornado" que tengas maravillosos días.. un abrazo!
Allek:
Que bueno que has regresado como un tornado, y no como un tsunami…
Maravillosos días para ti.
un abrazo...
Saludos fraternos.
PLACEBO:
Caminaré solo
entre la ciudad que duerme
caminaré ciego
pisando enternas lunas
que se esconden entre los charcos de las aceras.
KE ONDAS LOKO, TE INVITO A QUE TE DES UNA VUELTA POR MI BLOG, lA VACA CANTORA, ESPERO QUE TE GUSTE MI ÚLTIMO POST.
TE ANEXO LA DIRECCIÓN:
http://lavacacantora.blogspot.com/2011/03/existen-los-fantasmas.html
VAPUES LOKO,
Ok kanchis.
Cuando pueda me doy una vuelta por tu blog.
Saludos Fraternos.
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