lunes, 22 de septiembre de 2008

Vida, pasión y muerte del antihombre III (Pedro Geoffoy Rivas)


Por motivo del mes de la conmemoración del primer centenario del nacimiento de Geoffroy Rivas. Me tomo la libertad de publicar la tercera parte de este poema:


Venían, iban barcos.
De ti hacia mí. De mí hacia ti.
Iban, venían barcos de ojos y semillas.
Venían, iban barcos sonámbulos, desesperados barcos.
Iban, venían barcos y se iban sobre mares de olvido sin mañana.

Ah, corazón en llamas, desplazado, derruido,
Expresado a voz alterna de ansia y de alegría,
Flor abierta y sangrando su respuesta
sin el claro motivo de una sola pregunta,
Como siempre, como entonces, como ahora, como antes, como nunca,
Como tú llegaste contra todas las lógicas del mundo
Y ya no podrás irte aunque lo quieras.

Abierta herida abierta en el costado,
Voz de antiguos metales con el cantar de siempre,
Luz transida en mi noche,
Desesperado llanto,
Sombra mía de sombras que nunca me abandonas,
Lenta espiral rodeándome la vida
Persiguiéndome siempre,
Perseguida,
Dulce nudo,
Milagro.

Era en ti, era en mí, era en nosotros como una llama viva,
Estaba, estuvo siempre, y tú no lo sabías y yo no lo sabía
Y nosotros que nunca lo supimos.
Ah, compañera, compañera mía, dueña del mundo, esclava,

Ah, silenciosa mía silenciosa.
En rubias olas altas desatadas,
En lóbregas tinieblas la más honda, la más negra, la más desatendida,
Agua sabia de ignorados manantiales,

Claro sol de inexistente cielo,
Madrugada de amor,
Chorro de sangre nueva para mi corazón desamparado.

Tú y yo concretamos el tiempo y la distancia,
Limitamos la vida como entre dos paréntesis
Y ordenamos el mundo con una geografía inusitada.


Tomado de:
Geoffroy Rivas (1996) Cuadernos del exilo. CONCULTURA. San Salvador: El Salvador. Págs.:38-39.

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