jueves, 9 de julio de 2015

RECUERDOS DE INFANCIA.


Se dice que una de las primeras memorias que desarrollamos es la memoria olfativa. Que podemos recordar un olor, (más que un rostro, un sabor o una música), que hayamos percibido en nuestros primeros años. La verdad es, que si quiero hacer reminiscencia de mi infancia, lo primero que se me viene a la mente es el olor a limonada: sí, el olor a la limonada que mi madre vertía en la cantimplora que llevaba al kínder, cuando tenía seis años.

Eran los años que empezaba a tener “Uso de razón”, allá por los inicios de la década de los 90°s. Luego vienen una serie de imágenes confusas: los rostros de mis compañeritos, y si no fuera por las fotografías de graduación, no evocaría el rostro de mi maestra de entonces, de la cual no recuerdo gran cosa.

Han pasado los años, mucha agua ha pasado bajo los puentes. Y yo sigo recordando mi infancia, a través del almibarado olor a la limonada.

Nada es más triste que la muerte de un niño. Ojalá que nunca muera el niño que un día fui.



martes, 26 de mayo de 2015

Supervivencia de los blogs en los infaustos tiempos del selfie y los 140 caracteres.



Verdaderamente admiro a las personas que a pesar de estos tiempos del reinado de las redes sociales siguen administrado e interactúan por medio de los blogs. A pesar de lo que creían muchos cuando empezó el auge de las redes sociales de turno, los blogs siguen sobreviviendo aunque ya no tengan el mismo tráfico en número de visitas como en años anteriores. Y se mantienen más los blogs minoritarios, como este que es dedicado a mi tráfico personal con la literatura. 

¿Deberíamos considerarnos nostálgicos aquellos que nunca desistimos de nuestros blogs? o ¿Seremos acaso como aquellos que se aferran a guardar sus vinilos a pesar de las nuevas tecnologías de audio? Simplemente dentro de los blogs nos sentimos más a gusto: es una afirmación.  Los que personalmente me conocen saben que soy un “antisocial” dentro de las redes sociales de turno: prefiero la semi-privacidad dentro de la “nube” que mi blog me da, pues  se que si  alguien comenta mis entradas, es  porque se ha tomado el tiempo de leerme, y  eso es algo que este fiel servidor agradece en demasía. 



jueves, 21 de mayo de 2015

Un año de silencio

Retomo mi blog después de un año de ausencia. Un año de silencio que me ha servido para valorar esta herramienta como lo que es: un motivo para mantener la mano caliente y escribir, aunque sea por inercia.

Por mucho tiempo pensé en si valía la pena mantener el blog, pensé en cerrarlo definitivamente; ahora, puedo verlo con más claridad, porque en verdad necesito de esta tabla de salvación que es la rutina auto impuesta  de publicar por lo menos un post a la semana: la rutina a veces puede salvarnos la vida.

En lo personal, durante este año, he experimentado varias cosas.  He dejado temporalmente la literatura, y me he dedicado a otras actividades que me han llenado por igual; aunque siempre está ELLA, ahí, agazapada, sin reprocharme, como aquella novia incondicional que no me pide nada, y sin embargo me ha dado todo.  La amo: como no amar a la literatura, que incontablemente me ha salvado la vida.