viernes, 16 de mayo de 2008

La realidad imita a la ficción.

Ronald Orellana.

¿Quién no recuerda la escena de la película Home Alone (que en falaz subtitulo apareció allá por 1990 como “Mi pobre angelito”) donde Kevin (Macaulay Culkin) un niño de 6 años, es abandonado por sus padres entre el trajín y la confusión de una sala de aeropuerto?


El día de ayer (Jueves 15) pasó algo similar pero con distintos escenarios: no era temporada navideña; el aeropuerto en cuestión no era estadounidense y el protagonista no tenía 6 años, sino 2. Esta nota se giró en todos los noticieros internacionales. Pero en este caso no fue la familia Mc Callister, quien abandonara a su hijo, sino dos padres filipinos los que lo dejaron tirado en el aeropuerto de Vancouver, Canadá. La pareja recién radicada en el país tenía como destino un vuelo a Winnipeg.

¿Habrá conocido Jonh Hughes un caso similar allá por los años 90, que le sirviera de insumo para escribir Home Alone? O en este caso Dios, quien no está al día con las películas que se estrenan en la tierra,(*) vio Home Alone (por cierto una versión pirática) y le gustó tanto la idea que decidió plagiarla con sus títeres.

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(*)Pues nuestra concepción del tiempo no se asemeja a la de Dios, para quién “un día es como mil años y mil años son como un día” (2 Pedro: 3 versículo 8). Al respecto de la concepción del tiempo en la conciencia de Dios, ver la exhaustiva reflexión teológica del autor Carlos Gudiel, en el libro: “¿Porqué Dios no sale en revistas?” Ediciones Paulinas. Madrid: 1996.

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