Entré en una caverna oscura. En la lobreguez que me rodeaba, un ejército de estalactitas apareció frente mis ojos. Caminé hasta llegar a la orilla de un río subterráneo. A lo lejos, entre penumbras y neblina, divisé una embarcación con dos pasajeros que se acercaba; vi las siluetas de un remero con cabeza de pájaro, y de un hombre viejo que venia sosteniéndose en un bastón sobre la proa: algo me dijo que él sería mi guía. Cuando más se acercaba la embarcación reparé en su actitud: me pareció que el que venía de pie era ciego; además, tenía un leve síndrome vertiginoso, como un árbol mecido por la ventisca. Al llegar la barca a la orilla, logré ver su rostro: me alegró saber que era un viejo conocido. martes, 30 de junio de 2009
SUEÑO.
Entré en una caverna oscura. En la lobreguez que me rodeaba, un ejército de estalactitas apareció frente mis ojos. Caminé hasta llegar a la orilla de un río subterráneo. A lo lejos, entre penumbras y neblina, divisé una embarcación con dos pasajeros que se acercaba; vi las siluetas de un remero con cabeza de pájaro, y de un hombre viejo que venia sosteniéndose en un bastón sobre la proa: algo me dijo que él sería mi guía. Cuando más se acercaba la embarcación reparé en su actitud: me pareció que el que venía de pie era ciego; además, tenía un leve síndrome vertiginoso, como un árbol mecido por la ventisca. Al llegar la barca a la orilla, logré ver su rostro: me alegró saber que era un viejo conocido.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)


1 comentario:
si a partir del tiempo muerto, sigues en tu camino, no olvides que en lo profundo del rio, la sirena os espera, si os aburris de los conocidos y de los viajes sin destino...mi alma so espera...donde la serena.
Publicar un comentario