domingo, 25 de mayo de 2014

De enero a esta fecha



De enero a esta fecha algo ha cambiado, si bien es cierto ya no sufro las mismas necesidades a las que me vi sometido el año pasado, otras necesidades han surgido. Ahora estoy más despejado, si, y siento que poco a poco estoy viviendo los sueños que hasta algunos meses sólo me limitaba imaginar. Uno de esos ideales tenía que ver con conocer a ciertas personas que admiro y trabar amistad con ellas; otro tenía que ver con ser admitido en un taller, al cual nunca me imaginé que iba a entrar de la forma en la que fui admitido, eso es un gran punto a mi favor, pero a veces me siento defraudado conmigo mismo por no rendir como debería.
Veo uno de los libros que me ha regalado el maestro Ricardo Lindo, a quién respeto mucho y estimo, pero leo con cierta reticencia lo que ha dedicado, preguntándome si es verdaderamente cierto: 
 
"Para mi amigo Ronald, el joven escritor"

No quiero ser malagradecido con el cumplido, pues no lo digo porque me llame amigo, sino por lo de “escritor”, porque esa rubrica surge a raíz de externarle las mismas dudas de las que hago catarsis en este escrito: por eso pienso que sólo lo hace por levantarme el autoestima, no sé… pues para mí, siento que la realidad de mis escritos es distinta, siento que quizás me falta disciplina, inteligencia, talento, un montón de cosas, o sólo me exijo mucho. Por eso no puedo evitar hacerme estas preguntas: ¿De verdad tendré madera para algún día ser considerado escritor? O ¿sólo soy un simple charlatán? ¿Es bueno el exceso de confianza o es algo que hace daño? No sé… por el momento no tengo la madurez necesaria para responderlas.


    

jueves, 17 de abril de 2014

ABRIL: MES PARA LA MUERTE DE DOS NOBELES


El gran tema sin duda es el reciente fallecimiento de Gabriel García Márquez, pero, si revisamos un poco, podemos darnos cuenta que Gabo muere a sólo dos días de la fecha de conmemoración del fallecimiento de otro Premio Nobel: Octavio Paz. ¿Será que abril es un buen mes para la muerte de un Nobel? Y mucho más si es un Nobel latinoamericano. No es una coincidencia que tenga mucho acierto, pues otros dos Nobeles como Neruda y Mistral murieron en fechas disimiles. Pero la coincidencia de ambas muertes me recuerda aquella idea disgregada en gran parte de la obra de  otro notable, que no ganó el Nobel pero, según mi humilde punto de vista si lo merecía, Borges: el maestro argentino sostiene que la muerte hace contemporáneos a los escritores. El tiempo los conservará juntos, como contemporáneos y los disecará en la memoria mágicamente.
 
De Octavio Paz sólo puedo decir que admiro su vasta obra de carácter académico, pues sólo había tenido la oportunidad de revisar ese rubro hasta hace pocos meses, ya que últimamente me he visto en la necesidad de estudiar su obra poética. Sería un hipócrita si objetará que hasta la fecha su poesía me ha tocado, sinceramente eso espero, y eso es lo que busco en mis recientes lecturas de Paz en dicho género. Resumiendo: Paz, escritor que admiro por su erudición. Por mi gusto por el género narrativo me he sentido más tocado por García Márquez; para mí, Gabo, entre todas las cosas que le legó a la literatura, dio vida a un sinfín de personajes que traían en su esencia una nota común: jamás pierden la esperanza en algo, por muy transcendental o muy absurdo que sea. Esos personajes, tan vívidos, guardan una admirable dignidad.

A ambos, Paz y García Márquez, compañeros de oficio, la muerte los ha cruzado hoy en el tiempo, como una, al fin y al cabo, alegre ironía.



lunes, 14 de abril de 2014

Estreñimiento literario



A pesar de tener ganas de escribir, y al menos en poesía, querer sacar mucho lastre que llevo dentro, estoy atravesando un episodio de “página en blanco”: no me fluyen las palabras, mis ideas no me satisfacen, no puedo escribir una frase que sienta que valga la pena, no logro comunicar. Es un caso de estreñimiento literario bastante grave el que he estado sufriendo los últimos días. 

Laxantes: Uno de mis maestros de taller me ha recomendado que me dedique a leer, que quizá me hagan falta lecturas. Pero leer no me está ayudando, o quizás necesite dedicarme a otras actividades ajenas a la literatura para que algo fluya… no sé.  Otro me ha aconsejado escribir en géneros distintos a los cuales he sentido el bloqueo, por ejemplo: si acostumbro a escribir poesía, y de repente me he bloqueado escribiendo en ese género, que intenté escribir narrativa, etc., por esa razón escribo este post, para purgar un poquito esa pena, y  que por cierto, por estar tan mal escrito, espero que no vaya a ser leído por nadie.   


      

jueves, 3 de abril de 2014

Las exequias de mi vómito (Vladimir Amaya)



A Dennis Ernesto, Ronald Orellana, Sergio y Wally,
Por compartir conmigo una tarde en la Plaza Gerardo Barrios.

Somos demasiado muertos para un día hermoso.
Alguien debería levantar una estatua de nosotros,
decir: “y fueron, y acá su recuerdo inútil”.
 
Nosotros, pequeños ausentes,
roedores rapados por la furia,
no nos queda más que barajar el silencio
debajo del cielo –gran escaparate de las cosas absurdas–.

Los asuntos del ocio duelen,
pero hay que alegrarse y convidar lo amargo de las copas.
Estamos aquí para regalar mapas de hormigas a las prostitutas y huelepegas de ojos azules.

A esta plaza no llegan judíos xenofóbicos ni vendedores de seguros.
Leemos a Whitman y a Huidobro junto a los borrachos.
Esta plaza es una Isla de Patmos.

(Tú y yo, yo y ustedes: un Juanito aullando a los automóviles)
Porque si,
porque somos demasiado muertos para un día hermoso,
sabemos que aburrirse amerita una larga sonrisa
y una puñalada tenaz
en los metales de esos héroes cagados por las palomas. 




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Amaya, Vladimir (2014) TUFO. Laberinto Editorial. San Salvador. El Salvador. Págs.: 39-40.   

domingo, 30 de marzo de 2014

CARTA ABIERTA VII


Borrar todo lo que haya escrito, y empezar de nuevo. Quemar mis versos y comenzar con una nueva estética. Romper también con las relaciones que hasta ahora he cultivado, y conservar junto a mi sólo gente que le aporte algo positivo a mi vida, tienen que ser una sola cosa para que pueda emerger de mi una nueva poesía, más mía, con mi propia voz. Todo, por mi búsqueda de dejar aquella página que verdaderamente toque las fibras de otro ser humano. Aquella página que pueda trascender el tiempo, y me rescate del olvido. Y si tal vez no logro escribirla, por lo menos un verso, que si pueda figurar en mi epitafio, más allá de estos, que escribiera hace algunos años:

Te vas nodriza, reloj de arena,
Incendiando la ruta de las aves.