martes, 30 de noviembre de 2010

THE LAST DAYS


Hace algunos días descubrí que el ocaso es hermoso, a pesar de esta ciudad apestada de ruido y smog. Yo caminaba a través de una pasarela; iba, como es costumbre, tarde hacía un compromiso; y a pesar de mi retraso, me tomé mi tiempo y decidí sentarme un rato en un escalón para disfrutar del crepúsculo.

Encendí un cigarrillo, la gente pasaba sin percatarse de mi, sin reparar en la belleza que se estaban perdiendo; algunos subían, otros bajaban, todos a la defensiva uno del otro: todos contra todos. Esa observación me hizo pensar que la vida es una fiesta donde nadie interactúa con nadie, “¿algo ha de estarles haciendo falta?” pensé… “¿y a mi, que es lo que me estará faltando?” me dije luego.

Entonces, allí, sentado en el sucio escalón de una pasarela, situada a la vez en una rancia ciudad, me dí cuenta que me había olvidado de la literatura, que es tan básica en mi vida.