jueves, 5 de noviembre de 2009

Cuestiones cotidianas III

("me permito remitirle al interfecto
por esquinero sospechoso
y con el agravante de ser salvadoreño")
R. D.

Es de noche. En casa hace mucho calor y quiero tomar aire fresco, así que salgo a caminar con destino a ninguna parte. Mis pasos me llevan a una zona lúgubre y silenciosa, silencio que sólo rompen los papeles arrastrados por el viento, unos perros peleándose por el feto que encontraron en una bolsa de basura, y el ruido de los autobuses vacíos.

Me paró en una esquina. Soy un desconocido en un lugar desconocido. Enciendo mi cigarrillo y busco el abrigo de una sombra. De pronto, me veo interrogado por las miradas de los transeúntes, pienso que quizás no estarán acostumbrados a ver a un hombre tan bello fumando en una esquina. Pero luego de un rato, al ver que las mujeres pasan y esconden sus bolsos, me doy cuenta que no es mi belleza lo que las intimida.

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