domingo, 12 de agosto de 2007

UN RELATO NOCTURNO.

Ronald Orellana (L.B. A).
Vi la silueta desaparecer entre las sombras, era una figura de mujer que se desintegró en las penumbras. Unas botas marcaban pasos a lo lejos, me acerque donde la había visto, y me detuve con claro nerviosismo a terminar mi cigarrillo, temía ser visto por los transeúntes.

Ella se acercó a mi, la sangre se me agolpaba en el cuerpo y sentí el ansioso palpitar en mi corazón. Era una entre las tantas que había visto las noches anteriores al pasar por estas calles: su escotada blusa ostentaba unos senos perfectos, con su minifalda, mostraba unas piernas recién depiladas, no me resistí a tocarlas, eran suaves y duras, mi pene recibió los golpes de sangre que lanzaba mi corazón. "Hola" me dijo, y saco un cigarrillo de su bolso, corrí a ofrecerle fuego de mi encendedor. Ella era la mejor entre todas las traviesas de la cuadra, la más femenina, tenía unas nalgas tan duras y firmes que me hacían pensar: a esta, me la tiró. Era alta, morena, de delicado maquillaje. De repente volvió a sonreírme con desden y me dijo: "¡Bueno che! te vas a quedar allí parado sin decir nada ", la verdad le conteste que a mi sólo me gustaba ver y tocar; que nunca antes había estado con una traviesa y que me encontraba un poco nervioso, acto seguido le tome la mano y la lleve a mi pecho, cuando sintió los latidos de mi corazón, me dijo:"¡pero papi! Te vas a morir de un infarto" quisiera morir haciéndote el amor, le conteste, todo fue muy excitante, ¿Quizás el hecho de hacer algo prohibido me resultaba placentero? Comencé a tocar su cuerpo, ella acariciaba mi pene, que se abultaba bajo mi pantalón, y me veía con unos ojos que me hacían excitar aun más. Le pregunte que si lo íbamos a hacer entre los matorrales que están cerca del puente, me dijo:"En el motel " ¡No! Le conteste ¡como vamos a ir a un motel! ¡Que va a decir la gente cuando me vea entrando con vos! "no seas tonto" me contesto "así le llamamos nosotras a ese lugar" y me mostró el camino hacia los matorrales que se alargaban junto a la carretera cerca del puente, entramos, me sorprendió que habían acondicionado colchones entre la maleza, bastante adentrados en la espesura, parecían cuartos improvisados, vi a las parejas que se nos habían adelantado, veía las siluetas que envestían a otras entre las sombras, y oía los gemidos de placer. Una traviesa se encontraba con un hombre que me pareció un anciano, la verdad sentí vergüenza al ver tal escena, pues ella estaba tan sexy que hubiese querido estar en el lugar del viejo.

Pregunté a mi guía hacia donde nos dirigíamos, entonces ella dijo:"ya llegamos" era una improvisada habitación de hotel, a la intemperie, casi a la orilla del río. Entramos, ella comenzó a tocarme, bajó el cierre de mi pantalón y saco mi cipote, lo froto con efusividad y me preguntó. " ¿Ya no estas nervioso?" sonrió y comenzó a mamarlo, era tanto el pacer que me daba, que pensé que de un momento a otro me iba a venir, su cabeza subía y bajaba succionando mi miembro, yo no podía hacer más que mirar hacia el cielo estrellado, embriagado de placer, cuando terminó de mamármelo, se dio la vuelta enseñándome su precioso culo, como la falda era corta en esa posición me mostraba su hilo dental ¡era una diosa en todo el sentido de la palabra! hizo a un lado la braguita y me tomo con una mano el pene introduciéndolo en su ano: sentí riquísimo cuando entro y empecé a envestirla. Teníamos enfrente el río, rítmicamente el trasero de esa morena chocaba con mi cuerpo. Un acto inolvidable, mi primera vez haciendo el amor con una traviesa, tantas veces lo había planeado pero no me atrevía.

De repente se oyó un disparo, al cual siguió un grito, una persona cayó al río, un cuerpo comenzó a moverse en el agua y a ser arrastrado corriente abajo, el blanco cadáver resaltaba en la negrura. Cuando paso frente al lugar donde nos encontrábamos, me di cuenta que era el travesti que había visto puente arriba con el anciano, ella lanzaba borbotones de sangre negra de su boca y por un momento me vio con ojos fijos mientras lanzaba rítmicos estertores.

Mil pensamientos giraron en mi mente, mientras veía el cadáver arrastrado por el río, lo primero que pensé fue en que la policía no tardaría en llegar y a mí se me tomaría como uno de los testigos del homicidio, se me heló al sangre: ¿Cómo les iba a explicar todo esto a mi esposa e hijos?

Ella me exhortó a que me fuera rápido, me dijo que las redadas para ellas ya eran habituales y que en cierta forma presentía que algo iba a pasarme.

Como pude, salí de los matorrales, abriéndome camino entre el cieno y las sombras, al salir a la calle una lámpara iluminó mi rostro, no vi más que las luces rojo y azul de una patrulla, el individuo que me alumbraba la cara me dijo: "deténgase allí" y comenzó a registrarme, por los indicios de mi cuerpo y mis desordenadas vestiduras reconoció de que acababa de tener relaciones sexuales, esto unido a que un travesti que me vio dijo que yo había entrado antes de los disparos y que me había visto, la noche anterior, merodeando por el lugar de manera sospechosa, acto seguido me esposaron, me opuse como pude pero eso sólo agravo las cosas.

Ahora pienso en decir todo esto en mi declaración…O inventarles otra historia.

1 comentario:

Anónimo dijo...

hola Luz Bella que exelente cuento