jueves, 24 de enero de 2019

Cuando la amabilidad no es suficiente...


Desde niño se me enseñó que la amabilidad y el buen trato hacia los demás era importante, no por el hecho de lograr algo a travez de ella, sino, por el respeto a la dignidad que tenemos para nuestros semejantes."Sí quieres que respeten tu dignidad, tienes que respetar la dignidad de los demás: trata a los otros como quieres que te traten a ti". Esos preceptos se me inculcaron desde mi famila, mi religión, y el Movimiento Scout, del cual me siento orgulloso de haber pertencido.

Pero, hay ámbitos de la vida en los que esos preceptos tienden a tener sus falencias, hay personas a las que el: " no le hagas a otro lo que no quieres que te hagan a ti" no tiene ningún sentido. Eso sucede en varios aspectos: cuando las personas no tienen la misma formación, cuando hay relaciones de poder involucradas y cuando les ha tocado sobrevivir en contextos poco favorables donde el entramado de valores a los que la Sociedad y el Estado nos ha acostumbrado poco sirven para esas personas ó son un obstáculo  para el tipo de vida que han tenido que sobrellevar. Muchas veces, para ellos, tiene más sentido guiarse por el precepto más básico, que es la ley del más fuerte, cómo si la sociedad humana fuera para ellos una enorme selva, donde hay que estar sobre otros, y someterlos para lograr sus intereses, principalemente el interés más básico del hombre: hacer creer su ego.

Es en los casos, cuando me ha tocado lidiar con ese tipo de personas, tiendo a pensar que la amabilidad no es suficiente. Hay que fortalecerse para que los demás, según sus códigos, respeten tu dignidad, entonces, qué es lo que nos hace diferentes a esas personas que quieren abusar de los demás atcándolos en sus debilidades. Lo que puede hacer diferente a una persona que posea códigos morales es que tenemos a la vez, el derecho a defender nuestra dignidad. Ese fuero hace que tú, te des a respetar siempre y cuando no atravieses los límites. Sin imponerte. Pues el primero en romper esa regla de oro, es quien falta el respeto, por lo tanto, a esa persona se le aplica el prescepto: " no hagas a otro, lo que no quieres que te hagan a ti".

Muchos, en nuestra sociedad tan viciada y corrupta, confunden la amabilidad con la debilidad, cuando es todo lo contrario. La amabilidad es una fortaleza, y es practicada por muchos para legitimar la sana convivencia y el respeto hacia la dignidad humana. Yo le sigo apostando a la amabilidad, siempre y cuando no se afecten mis derechos y mi dignidad.




1 comentario:

Jean-Baptiste Lully dijo...

La amabilidad que no es fin en sí misma, es etiqueta, no amabilidad.

La roca espera tres mil millones de años para tomar su silueta, merced del agua, el viento, el calor, y los movimientos infraocéanicos de las placas tectónicas. Déle vida a la roca, y ella dirá que "es porque es", desconoce su razón, pero no la necesita para ser roca. Lo mismo con el río, el lago, el mar, y cada miembro del cuerpo humano, esculpidos por el tiempo y la forma de la tierra.