martes, 27 de marzo de 2012

Marzo


Calor. Risas y rumor de niños bañándose entre las fuentes de las plazas públicas. Marzo siempre es luminoso. Con su olor a mar cristalino, olor a salitre, aunque a veces también huele a salto al vacío. O mejor aún, Marzo tiene olor a piernas de mujer. Siempre cargado de colores vivos: rojos, naranjas, amarillos, azul eléctrico. Siento ese aroma azul de marzo entre los dedos. Entre las risas que van a romperse a los acantilados. Colores y aromas que explotan en los sentidos, que no existen más que para ser codificados por nuestras pupilas.

Marzo nace tras las carcajadas de los niños que se lanzan agua. Es un mes en el que las palomas azules frutecen de los techos. En marzo vuelvo a ser niño y tengo miedo que el mes pase porque no quiero volverme adulto de nuevo. Y frente a mi pecho que es un acantilado, vuelven a golpear las olas. 

Aunque los marzos me hayan quitado muchas cosas, siempre es mi mes preferido del año. Marzo huye más allá de las paredes, afuera, en la calle, el asfalto bulle como un caldo hirviente, el aire está denso, como la atmosfera de un bar, sin embargo, la mayoría disfrutamos de marzo.

El año sobrevivirá… gracias a Marzo.

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