miércoles, 30 de noviembre de 2011

TRANSEÚNTE

Leo sobre naufragios entre sombras de luces enmohecidas cambiando así el hechizo de mis tardes tristes
Anoto palabras en la neblina que vierte de un faro incrustado en la acera de una calle brumosa
En una ciudad que reprime las imágenes trato de balbucear poemas a transeúntes de oídos sordos que visten levita y fuman suspiros de mujeres enamoradas que olvidaron el camino hacia la sombra
[Veo las mujeres que transitan por la plaza con vestidos transparentes que dejan ver mucha pierna y me enamoro de todas
De la vieja de la joven de la gorda de la flaca de la que lleva pantys de la que no usa ropa interior de la que me mira de la que me ignora de la que me sonríe de la que me escupe de la que quiere matarme y de la que me lee...]
Leo historias de árboles que se quitan la ropa sucia desnudándose en viejos bulevares a la sombra de longevos edificios que reproducen sus balcones incrustándolos en nubes grises
Luego me veo las manos y me doy cuenta que las tengo sucias de tanto hojear horizontes y cultivar incendios que se apagan con las yemas de los dedos
Alguien me señala con el índice y me doy cuenta que es mi verdugo que viene a matarme por caminar desnudo leyendo filosofía
Me hecho a correr por las sombrías avenidas del silencio que gritan el dolor de que les propician mis pasos cansados
Caigo en una encrucijada frente a un semáforo blanco y negro y espero la señal de cruce de los peatones para correr sobre el paso cebra que sólo es el remedo de los durmientes de las vías de un tren fósil
El semáforo no cambia y siento el aliento de mi verdugo que viene tras de mí a una distancia de ciento cincuenta hormigas por hamburguesa
Cruzo la calle y me atropella la sombra de un autobús que lleva pasajeros somnolientos que acaban de salir de una fábrica donde construyen cimitarras para amarrar caballos que sonríen a la luz de la luna
Mientras agonizo tirado en el asfalto veo la luna que sale entre las nubes y se ríe en una carcajada sardónica de la sangre que sale a borbotones de mi cráneo reventado
Un perro se acerca y bebe mi sangre y me lame la cara en un beso fraterno dándome la bienvenida a la realidad sombría y cotidiana de todos los seres humanos.

2 comentarios:

Allek dijo...

Hola que tal..
después de unos meses obcecados
vuelvo a tomar las riendas
de mi Caja De Zapatos..
he vuelto con una nueva nota llamada “Secándonos” te invito a que sigas leyendo..
un abrazo fuerte!!!

Ronald Adolfo Orellana. dijo...

Alejandro:
Gracias por la invitación...!!!
Saludos Fraternos...!!!