sábado, 28 de agosto de 2010

Entre líneas de: “Memorias del Subsuelo” (Fedor Dostoievski)


Las dignas hormigas empezaron construyendo hormigueros, y muy probablemente los seguirán construyendo eternamente, dada su constancia y sentido práctico. Pero el hombre, en cambio, es un ser mudable, y es posible que le guste sólo la acción en si, sin importarle el objetivo que se puede alcanzar.[*] Y ¿Quién sabe?, acaso el único fin que busca el hombre consista en ese esfuerzo, en esa acción; o mejor aún, talvez la vida no tenga un fin que pueda traducirse en una fórmula del tipo: “dos y dos son cuatro”. Ahora bien, “dos y dos son cuatro” es un principio de muerte y no un principio de vida. En todo caso, el hombre sabio mira con mucha prudencia ese “dos y dos son cuatro”.

Ciertamente el hombre parece empecinado en alcanzar ese “dos y dos son cuatro”, cruza océanos, arriesga su vida…, pero os aseguro que en el fondo teme encontrarlo, porque cuando dé con él, ya no tendrá nada que hacer. Cuando termina la jornada y reciben el dinero, los obreros se van a la taberna, y luego se divierten durante la noche de modo que tienen para toda una semana. Nuestro hombre es muy diferente. Se entristece cada vez que alcanza uno de sus objetivos. Quiere, eso sí, avanzar en dirección a la meta; pero cuando llega, no siente ninguna satisfacción. Esto es realmente extraño, casi cómico. Y es que el modo de ser del hombre tiene, sin duda, algo muy cómico. En fin, sea como fuere, eso de “dos y dos son cuatro” es algo peligroso y desagradable. Yo lo calificaría de insolente. “Dos y dos son cuatro” nos desafía con insolencia. Desafiante se planta en medio de nuestro camino y nos escupe la cara.

Pero decidme: ¿Por qué creéis que sólo es necesario lo normal, lo positivo, el bienestar en suma? ¿Es que acaso la razón no se equivoca en sus apreciaciones? Puede que el hombre desee únicamente el bienestar. Pero ¿no es también posible que secretamente desee el sufrimiento? ¿Acaso el sufrimiento no puede ser para él tan ventajoso como el bienestar? El hombre, a veces, desea apasionadamente sufrir: está comprobado. No hay necesidad de revisar la historia universal. Preguntémonos a nosotros mismos; bastará que seamos hombres para responder, por poco que hayamos sufrido. Si queréis conocer mi opinión sobre este asunto, os diré que es incluso un error grave desear únicamente el bienestar. ¿Está esto bien?, ¿está mal? Yo no lo sé. Pero lo cierto es que a veces resulta muy agradable, y hasta necesario, romper algo. Yo no quiero defender el sufrimiento y atacar el bienestar: lo que defiendo es mi capricho, y lucharé todo lo que sea necesario para que me sea garantizado. Sé que no se lo puede admitir en un palacio de cristal, pues el sufrimiento conlleva duda y negación, y ¿Qué sería de un palacio de cristal en el que se pudiera dudar? Estoy seguro de que el hombre no renunciará nunca al verdadero sufrimiento, es decir, a la destrucción y al caos.



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[*] El énfasis sobre el texto es nuestro.


Tomado de:
Dostoievski, F. (2005) Memorias del Subsuelo. Ediciones Libertador. Buenos Aires: Argentina. Páginas: 34-35.

2 comentarios:

Melody Paz dijo...

Uy mi Caballero ángel, me había perdido esta entrada espectacular, plagada de unas cuantas verdades. Placer y sufrimiento juntos, mezclados, indisolubles. El uno no es, no existe sin el otro, el otro lo hace, se hacen.
En absolutamente todo hay una dosis de sufrimiento, desde que nacemos y salimos de ese útero reconfortante a un mundo totalmente distinto.
Es ese goze dulce del sufrir, que nos hace más humanos.
Muy buena entrada.
Besito y le dejo una plumita color violeta para que me recuerde Caballero.

Ronald Adolfo Orellana. dijo...

PRINCESA MELODY:

Me alegra que te haya gustado esta entrada, tus palabras son muy acertadas: EL SER HUMANO SIEMPRE BUSCARÁ EL SUFRIMIENTO, no es masoquismo, sino algo que pertenece a nuestra esencia.

Por eso glosé estos párrafos de Dostoievski, desde que leí Memorias del Subsuelo hace algunos años, es un libro al que suelo recurrir siempre.

Saludos mi Princesa, y besos en tu mano.