lunes, 9 de junio de 2008

Las tentaciones de San Antonio (Dalí).

Quizá ningún santo ha inspirando tantos títulos como aquel que se atrevió a darle un sermón a los peces del mar Adriático, los que acudieron -según éstos rasgos legendarios – al llamado para que una comunidad italiana de herejes se convirtiera. Estas notas y otras más son consignadas por Butler en su Vida de los Santos; también Saramago alude este milagro en Viaje a Portugal, cuando su personaje: el viajero, cruza la frontera del río Duero-Douro que divide los dos países ibéricos.

A Salvador Dalí, quien muriera en 1984, es al que le corresponde la autoría de esta pintura, título homónimo del tríptico de Hieronymus Bosch (1450-1516), obra muy distinta a la del pintor surrealista, la única relación es la alusión al santo ermitaño(*). Dalí quien ambicionó ser tantas personas, simplemente se conformo con ser Dalí, pero como él dijo: “es muy difícil, ya que, a medida que me acerco a Salvador Dalí, él se aleja de mí".

Es obvio que la caravana de elefantes esqueléticos simboliza la lujuria y la avaricia, el último que se encuentra en segundo plano, y que va en dirección opuesta al grupo, lleva en su lomo un símbolo fálico; el caballo indomable me hace recordar aquel fragmento de la canción Avalancha, de los Héroes del Silencio, que dice: “En cualquier otra dirección con tal de no domar los caballos de la exaltación.”

Si observamos detenidamente esta imagen, sentimos cierta sensación de movimiento oscilante en la caravana de bestias: parece que se tambalearan frente a nosotros,… parece que quieren aplastarnos.

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(*) Aunque muchos sostienen que en los trípticos de El Bosco (H. Bosch) se pueden encontrar elementos de lo que sería para el siglo XX, el surrealismo.

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