jueves, 11 de octubre de 2007

El batiscafo.

Ronald Orellana.
Los faros destiñen la oscuridad. Indefinida en el horizonte, una monstruosa nube se hace visible gracias a los relámpagos que la fotografían. No había previsto que las sombras del exterior eran el preludio de la oscuridad que me esperaba.

Me interno al B.01, cierro la escotilla; desde mi ventana veo la playa; en tierra firme el paisaje es distinto; no se ve el horizonte plano, los árboles lo destruyeron con sus formas irregulares; una medusa – también visible a intervalos – alarga sus flagelos entre las siluetas amorfas. Emitiendo su haz rojo, un buque justifica su presencia en la lejanía.

Me sumerjo. Peces mecánicos que han tragado hombres me sobrepasan, tienen mandíbulas enormes que asemejan muecas simiescas. Las líneas blancas se cortan a intervalos de segundo; desciendo cada vez más: Soy una esfera de metal dentro del mar; Soy un cuerpo dentro de una esfera de metal; Soy un esqueleto dentro de músculos y piel; Mi naturaleza es la de un cerebro dentro de un cráneo. Cada cien nudos una roca corta el agua; para mis ojos, al principio, la oscuridad era un simple matiz azul, pero aquí abajo, con mucha dificultad puedo distinguir las cosas.

Seres fosforescentes rebasan el B.01, y rompen en destellos el agua. Pero no quiero salir sin escafandra de mi esfera, me asedian criaturas con formas extrañas, parecen especimenes de una fauna fósil.

De repente la batiesfera se tambalea ¿acaso he chocado con una roca? La preocupación domina mi calma, cuando veo la alarma que lanza lenguas rojas, semejantes a los faros de la playa.

Veo una tela de araña bañada por mis meteoros. ¡Sangre! ¡Brotan sangre mis ojos!, tengo que volver a la superficie. El agua se filtra por un pequeño agujero, talvez me ahogue sumergido en mi propia sangre, los seres luminosos simplemente me esquivan y sobrepasan, dejando su marca de caucho. Tengo que terminar mi inmersión, pero no puedo salir con mi escafandra. Todo se ha teñido de rojo, las probabilidades de escaparme son escasas, no precaví la mutación de mi viaje. Talvez sea aplastado entre las entrañas de esta ballena de acero.

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