sábado, 7 de mayo de 2016

Antonia González

Mónica Antonia González Alegría de Orellana era el nombre de mi abuela paterna, mejor conocida como Mama Toña entre sus hijos, nietos y bisnietos.
Originaria de Suchitoto, departamento de Cuscatlán, Mama Toña fue una persona trabajadora, que desempeñó labores como microempresaria en la producción de alimentos. Mucha gente recuerda los famosos tamales hechos por Mama Toña, que en su tiempo fueron muy famosos en la comunidad donde vivíamos.   
A Mama Toña le interesaba mucho la gente: ella era capaz de recordar los cumpleaños de todos sus familiares y allegados. De recordar con cariño a toda su familia y amistades, hablaba bien de todo el mundo, siempre dispuesta a ayudar a los demás, en vida no le conocí enemistad alguna, y todas sus contemporáneas, entre amigas y compañeras de la Legión de María, la conocían como Toñita.
De personalidad religiosa, llevaba en sus oraciones a todos sus familiares y conocidos. Con una fe inquebrantable, sirvió como Legionaria de María por varios años, hasta que la la enfermedad no la dejó levantarse; por eso, uno de los recuerdos que siempre llegan a mi mente cuando rememoro a Mama Toña, es cuando en su funeral la despidieron con los honores propios de la orden Legionaria, entre ellos, la entonación del Himno de la  Legión, que provocó el llanto en mi, llanto que por cordura o, por machismo, había reprimido durante todas las exequias, y que no pude contener al escuchar las notas de tan hermosa composición.
Otro de los recuerdos que está presente en mi memoria, es cuando en la ceremonia de velación, me acerqué al féretro abierto para verla por última vez: a mi no se me da mucho el recordar los rostros, puedo ver el rostro de un amigo o un familiar  y cuando quiero rememorar su cara se borra de mi mente al momento, pero con Mama Toña no me ha pasado así, la recuerdo exactamente como la vi por última vez, cuando me acerqué, con los ojos del adolescente que en ese momento era: Mama Toña parecía dormida, con un rostro placido que expresaba bondad y dulzura.
Mama Toña: me enseñaste tantas cosas, entre ellas, que tengo que llevar en mis oraciones, tanto a las personas que amo, como a aquellas que ni siquiera se acuerdan de mi, y hasta a los que me quieren mal.


  

   
   

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