Puede que este año traiga sorpresas, puede que hoy ya nada
me sorprenda: traiga lo que traiga, sea bueno o sea malo, quiero decir que
siempre lo afrontaré con entereza. De lo que si estoy seguro, es que entre mis
cosas ya planeadas siempre se encontrará dedicar tiempo a la literatura.
Este año no estoy tan a la deriva como en años pretéritos. Sé que
no, aunque yo soy de las personas que no dan nada por sentado. En lo que me
propongo, si no es que lo tengo entre mis manos o ya lo he logrado no doy
seguridad de ello. Sólo hasta que escriba la nota de 31 de diciembre de este
año sabré si logré a exactitud lo que me he propuesto. Planes hay pocos, no
lo negaré, pero son objetivos muy precisos, objetivos que me darán mucha
satisfacción, uno de ellos es que fácticamente este año quiero destacar más en
la literatura, y ganarme un nombre, hay que trabajar para eso, y mucho, con disciplina
y ahínco sé que lo lograré.
Este año quiero descubrir nuevos universos, que hasta estas alturas
de la vida me han sido vedados; confeccionar nuevos horizontes en mi realidad,
aprender nuevas cosas, y ¿Por qué no decirlo?; crecer económicamente, que para
todos no está mal. Pero sobre todo, crecer en mi estética, que es el único motor
que me mueve: crecer en su estética es el único motor que debe regir a un
escritor, y este año quiero crecer como escritor de oficio. Quiero escribir
cosas que me hagan soñar y que hagan soñar a otras personas; es el único deber moral
que quiero cumplir.
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