Saqué la fecha para ver el calendario y me di cuenta que
Mayo se esconde tras ventanas que nadie quiere abril. El día amaneció gris,
creo que hasta los niños lo han notado. Me pregunto: ¿Habrá alguien a quién le
gusten los días grises y silenciosos de Mayo…? No sé, lo único que puedo intuir,
es que hoy me mojé camino al trabajo. Fue también, camino al trabajo que vi un
indigente sentado en actitud budista sobre la acera. Sus pies descalzos
acumulaban rocío y parecían los pies de Cristo. Cantaba con una desvencijada guitarra. Su canto parecía eco mántrico. Ese
indigente tenía una mirada dulce, de aquellas que han sido forjadas por el
sufrimiento. Creo que eso fue lo único bueno de esta mañana. Y creo que será la
única buena imagen que guardaré de Mayo.
Parece que el mes rubio se ha teñido el caballo de negro.
Tanta humedad afecta, me ha condensado los anteojos. ¿O estarán condesados de
llorar? quién sabe, hoy una cosa siempre es la otra, puede que esté lloviendo,
o quizás yo sea el que esté lluvioso. Lo bueno es que hoy tendremos excusas
para el café amargo contra el letargo duro de soportar la llovizna.
Mayo es un visitante mal recibido que se queda lo
suficiente para hacernos refunfuñar, como cuando a uno de nuestros libros le
cae café sobre las páginas.
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