Estas líneas fueron escritas una
madrugada de febrero, transcurría el año 20**… y hacía frio. Fue el día que
desperté viendo todo en color sepia. Todo color marchito, las flores
macilentas, los jardines mortecinos, las calles apagadas y exangües faroles fumadores
de neblina, reflejando su pereza en los
charcos deslucidos. Quizás estás letras fueron cayendo sobre el ordenador por
pura desidia, quizás perdieron el brillo en una subasta de emociones. Recuerdo
que caminé esa noche, paladeando la primera palabra que fue escrita, como la
primera piedra en la construcción de una muralla; esa palabra monosílaba, tan
dulce, y a la vez tan arcana, resume el vacio que hoy llena a esta ciudad de
luciérnagas inusitadas, de balaustradas derruidas, de sombras que mueren en las
esquinas, y de pasos que huyen clandestinos a chocar contra las paredes:
“TÚ”…
Estos febreros son más largos; hoy
hace bisiesto, y Marzo se ha retrasado. Antes de que cante el gallo lo habré
dicho tres veces: no me gustan los febreros… no me gustan los febreros… no me
gustan los febreros…. Ahora no sé lo que pasa, sólo espero, que hayas
encontrado lo que buscabas, y que yo descubra cada día algo nuevo, para
seguir intentando hilvanar prosas
poéticas, aunque todo haya quedado color sepia desde tu partida.
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