Haciendo introspección, puedo decir que desde pequeño, consideré que era diferente al resto, especial no, sólo diferente. Era extraño que cómo niño me hiciera preguntas pensando si los demás veían el mundo cómo yo, o si sentían las mismas cosas que yo sentía. Por eso enfatizo, que era diferente, no me sentía ni me siento especial, ni mucho menos superior. Parte de eso también se puede observar en mi desapego con el dinero, o a cualquier pertenecía material; haciendo examen de mí, desde que tengo uso de razón, jamás me ha interesado acumular dinero, para mí bien o para mí mal, no lo sé. Sin embargo, hubo un tiempo en el que me vi atraído por adquirir conocimiento, leer mucho, el estudio, la reflexión, ganar habilidades en todo lo concerniente a la intelectualidad, enfocado en mi gusto por la literatura y la filosofía, que ya de por sí, viene siendo como marginarme del resto: pues, en nuestros países, y en la época en la que vivimos, el gusto por la literatura no es visto como algo positivo frente al común de la gente. Fue allá por el año 2004, cuando inicié la carrera de Licenciatura en Letras, en la Facultad Multidisciplinaria de Occidente, en Santa Ana, conociendo a otras personas, que como yo, les gustaba el ambiente literario.
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