Dios mío, estoy llorando el ser que vivo;
me pesa haber tomadote tu pan;
pero este pobre barro pensativo
no es costra fermentada en tu costado:
¡tú no tienes Marías que se van!
Dios mío, si tú hubieras sido hombre,
hoy supieras ser Dios;
pero tú, que estuviste siempre bien,
no sientes nada de tu creación.
¡Y el hombre sí te sufre: el Dios es él!
Hoy que en mis ojos brujos hay candelas,
como en un condenado,
Dios mío, prenderás todas tus velas,
y jugaremos con el viejo dado.
Tal vez ¡OH jugador! al dar la suerte
del universo todo,
surgirán las ojeras de la Muerte,
como dos ases fúnebres de lodo.
Dios mío, y esta noche sorda, obscura,
ya no podrás jugar, porque la Tierra
es un dado roído y ya redondo
a fuerza de rodar a la aventura,
que no puede parar sino en un hueco,
en el hueco de inmensa sepultura.
Ronald triste, por real, las letras del magnífico poeta del dolor humano, como se le apodo.
ResponderEliminarY si Dios hubiese sido hombre? Que hubiera sucedido? Mejoraría algo, sería ese Dios más comprensivo del dolor humano? Ahora, nuestro mundo es dado carcomido, cuyo destino final es un hueco abismal.
Tu también me enseñas Caballero, y me llevas de tu mano a reflexionar.
Graciasss muchas.
"Subes centelleante de labios y de ojeras!
Por tus venas subo, como un can herido
que busca el refugio de blandas aceras.
Amor, en el mundo tú eres un pecado!
Mi beso en la punta chispeante del cuerno
del diablo; mi beso que es credo sagrado!
Espíritu en el horópter que pasa
¡puro en su blasfemia!
¡el corazón que engendra al cerebro!
que pasa hacia el tuyo, por mi barro triste.
¡Platónico estambre
que existe en el cáliz donde tu alma existe!
¿Algún penitente silencio siniestro?
¿Tú acaso lo escuchas? Inocente flor!
... Y saber que donde no hay un Padrenuestro,
el Amor es un Cristo pecador!"
César Vallejo.
Besitos de princesa, con todo mi afecto.
Ay Caballero! Me olvide: Preciosa canción! Me encantooooo. Las canciones orientales me fascinan especialmente. La escuche varias veces y la guarde.
ResponderEliminarCuidáte mucho.
Lo albergo en mi coronita.
Vallejo es un Grande, con G mayúscula. Definitivamente (y no lo digo por peruano) es de los mejores. Y sin embargo te voy a confesar que, de los peruanos, no es mi favorito. Te lanzo una recomendación: échale una ojeada a los poemas de Jorge Eduardo Eielson que (no lo digo por peruano) es otro Grande con G mayúscula, y que tuvo otra forma muy distinta (y en cierto modo más dolorosa) de sentir el dolor de la existencia (en todo caso, ese es mi parecer). He escrito algo sobre el en mi blog, también. Si te interesa, busca su nombre entre las etiquetas. Saludos desde Vallejolandia.
ResponderEliminarMelody y Santiago: AMIGOS, GRACIAS por regalarme sus líneas.
ResponderEliminarMELODY:
Mi blog siempre aguada tu visita.
Nuestro Vallejo, tan sagrado como profano, tiste y dulce a la vez. Siempre nos recuerda que la vida es agridulce… Yo creo que parte de esa visión trágica hacía la vida la descubrí después de haber leído a Vallejo.
“Pero cuando yo muera
De vida y no de tiempo,
Cuando lleguen a dos mis dos maletas,
Éste ha de ser mi estomago en que cupo mi lámpara en pedazos,
Ésta aquella cabeza que expiró las tormentas del círculo en mis pasos,
Éstos esos gusanos que el corazón contó por unidades.”
De: Epístola a los transeúntes, en: Poemas Humanos.
Un besito para ti, y me alegra que te haya gustado la canción. Lo que dice es muy acorde a lo que expresa el poema de Vallejo.
SANTIAGO:
Estoy de acuerdo contigo cuando dices que Vallejo es un Grande, cuando un autor llega a modificar la forma de ver la vida a uno de sus lectores, es cuando verdaderamente se vuelve significativo; para mí así fue, creo que puedo hablar de un Ronald antes de leer a Vallejo, y un Ronald después de leer a Vallejo, me pasó lo mismo que cuando descubrí a Borges: aunque parezca dramático, es cierto.
Gracias por la sugerencia sobre Jorge Eduardo Eielson, lo consultaré pronto.
Hace pocos días le estaba hablando sobre ti a un amigo, le contaba que eres un joven muy dedicado a tu trabajo y muy responsable, a pesar de tu juventud ya puedo considerarte un Grande, sé que en el futuro tendré buenas noticias sobre ti, ambos tendremos buenas noticias del otro, ah… y si no es que trabajamos juntos en un futuro, ya sea cercano o lejano.
También escribí hace dos años un ensayo sobre Vallejo, dejo aquí la dirección:
http://luzbellaverni.blogspot.com/2008/09/una-lectura-pohemas-umanos-de-cesar.html
Saludos.
Le daré un vistazo. Y gracias por las buenas nuevas del Oráculo, jaja. Estaré esperando las buenas nuevas. Y NO DEJES DE LEER A EIELSON.
ResponderEliminarSaludos
Gracias por vallejo, que renace en París, cada aguacero.
ResponderEliminarsaludos
Hola, Ronald amigo.
ResponderEliminarPasaba simplemente a dejar un saludo. Espero que estés muy bien.
R.
AMIGOS:
ResponderEliminarYo y mis largas ausencias, espero dejar de ausentarme pronto, cuando termine unos asuntos pendientes que tengo, y así trabajar en mi blog con más orden y libertad. Por el momento va aquí parte del descuento.
SANTIAGO:
ResponderEliminarEs un hecho que le daré un vistazo a EIELSON.
Saludos vallejianos:
EN EL MOMENTO EN QUE EL TENISTA…
En el momento en que el tenista lanza magistralmente
su bala, le posee una inocencia totalmente animal;
en el momento
en que el filósofo sorprende una nueva verdad
es una bestia completa.
Anatole France afirmaba
que el sentimiento religioso
es la función de un órgano especial del cuerpo humano
hasta ahora ignorado y se podría
decir también, entonces
que, en el momento exacto en que un tal órgano
funciona plenamente,
tan puro de malicia está el creyente,
que se diría casi un vegetal.
Oh alma! ¡Oh pensamiento! ¡Oh Marx! ¡Oh Feuerbach!
ÁNGEL:
ResponderEliminarBienvenido; ten siempre en cuenta que las puertas de mi blog, siempre estarán abiertas para ti.
PIEDRA NEGRA SOBRE UNA PIEDRA BLANCA
Me moriré en París con aguacero,
un día del cual tengo ya el recuerdo.
Me moriré en París y no me corro
tal vez un jueves, como es hoy, de otoño.
Jueves será, porque hoy, jueves, que proso
estos versos, los húmeros me he puesto
a la mala y, jamás como hoy, me he vuelto,
con todo mi camino, a verme solo.
César Vallejo ha muerto, le pegaban
todos sin que él les haga nada;
le daban duro con un palo y duro
también con una soga; son testigos
los días jueves y los huesos húmeros,
la soledad, la lluvia, los caminos...
RODRIGO:
ResponderEliminar¡¡¡Tanto tiempo amigo mío!!!... compañero de batalla. Gracias por el saludo, en estos días he estado un poco ocupado, y por ende agotado, creo que necesito un buen chequeo médico, para saber cual es la causa de mi debilidad. Espero que tú estés mejor. Espero que tu salud sea fuerte, y que tu corazón esté feliz.
Como es costumbre: al igual que a Melody, Santiago y Ángel, te dejo un poema de Vallejo:
ALFONSO: ESTÁS MIRÁNDOME, LO VEO…
Alfonso: estás mirádome, lo veo...
desde el plano implacable donde moran
lineales los siempres, lineales los jamases.
(Esa noche, dormiste, entre tu sueño
y mi sueño, en la rue de Ribouté)
Palpablemente
tu inolvidable cholo te oye andar
en París, te siente en el teléfono callar
y toca en el alambre a tu último acto
tomar peso, brindar
por la profundidad, por mí, por ti.
Yo todavía
compro “du vin, du lait, comptant les sous”
bajo mi abrigo, para que no me vea mi alma,
bajo mí abrigo aquel, querido Alfonso,
y bajo el rayo simple de la sien compuesta;
yo todavía sufro, y tú, ya nó, jamás, hermano:
(Me han dicho que en tus siglos de dolor,
amado sér,
amado estar,
hacías ceros de madera. ¿Es cierto?)
En la “boîte de nuit”, donde tocabas tangos,
tocando tu indignada criatura su corazón,
escoltado de ti mismo, llorando
por ti mismo y por tu enorme parecido con tu sombra,
monsieur Fourgat, el patrón, ha envejecido.
¿Decírselo? ¿Contárselo? No más,
Alfonso; eso, ya nó!
El hôtel des Ecoles funciona siempre
y todavía compran mandarinas;
pero yo sufro, como te digo,
dulcemente, recordando
lo que hubimos sufrido ambos, a la muerte de ambos,
en la apertura de la doble tumba,
de esa otra tumba con tu sér,
y de ésta de caoba con tu estar;
sufro, bebiendo un vaso de ti, Silva,
un vaso para ponerse bien, como decíamos,
y después, ya veremos lo que pasa...
Es éste el otro bríndis, entre tres,
taciturno, diverso
en vino, en mundo, en vidrio, al que brindábamos
más de una vez al cuerpo,
y, menos de una vez, al pensamiento.
Hoy es más diferente todavía;
hoy sufro dulce, amargamente, bebo tu sangre en cuanto a Cristo el duro,
como tu hueso en cuanto a Cristo el suave,
porque te quiero, dos a dos, Alfonso,
y casi lo podría decir, eternamente.