A Salvador Dalí, quien muriera en 1984, es al que le corresponde la autoría de esta pintura, título homónimo del tríptico de Hieronymus Bosch (1450-1516), obra muy distinta a la del pintor surrealista, la única relación es la alusión al santo ermitaño(*). Dalí quien ambicionó ser tantas personas, simplemente se conformo con ser Dalí, pero como él dijo: “es muy difícil, ya que, a medida que me acerco a Salvador Dalí, él se aleja de mí".
Es obvio que la caravana de elefantes esqueléticos simboliza la lujuria y la avaricia, el último que se encuentra en segundo plano, y que va en dirección opuesta al grupo, lleva en su lomo un símbolo fálico; el caballo indomable me hace recordar aquel fragmento de la canción Avalancha, de los Héroes del Silencio, que dice: “En cualquier otra dirección con tal de no domar los caballos de la exaltación.”
Si observamos detenidamente esta imagen, sentimos cierta sensación de movimiento oscilante en la caravana de bestias: parece que se tambalearan frente a nosotros,… parece que quieren aplastarnos.
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(*) Aunque muchos sostienen que en los trípticos de El Bosco (H. Bosch) se pueden encontrar elementos de lo que sería para el siglo XX, el surrealismo.
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