miércoles, 9 de abril de 2008

Espantapájaros 18 (OLIVERIO GIRONDO)

En Apocalipsis 22: 18-19, se dice que las personas que agregen palabras o incisos a las páginas de La Biblia, arrastrarán la maldición de ser borrados del libro de la vida: yo – siendo fiel a mi naturaleza de anatema– , me tomo la libertad de agregarle unas palabritas a este poema de Girondo:

Llorar a lágrima viva. Llorar a chorros. Llorar la digestión. Llorar el sueño. Llorar ante las puertas y los puertos. Llorar de amabilidad y de amarillo.

Abrir las canillas, las compuertas del llanto. Empaparnos el alma, la camiseta.
Inundar las veredas y los paseos, y salvarnos, a nado, de nuestro llanto.

Asistir a los cursos de antropología, (de Semiótica y Literatura ), llorando, festejar los cumpleaños familiares, llorando. Atravesar el África, llorando.

Llorar como un cacuy, como un cocodrilo…. Si es verdad que los cacuíes y los cocodrilos no dejan nunca de llorar.

Llorarlo todo, pero llorarlo bien. Llorarlo con la nariz, con las rodillas. Llorarlo por el ombligo, por la boca.

Llorar de amor, de hastió, de alegría. Llorar de frac, de flato, de flacura. Llorar improvisado, de memoria. ¡Llorar todo el insomnio y todo el día.

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