ACTO I. ESCENA I.
(Fragmento)
(Fragmento)
Caín (solo) ¡Y esto es vivir! ¡Trabajo! ¿Por qué he de trabajar? Porque mi padre no supo guardar su sito en el Edén. ¿Y yo qué hice en eso? No había nacido: no elegí nacer: ni amo el esclavo que me encontré al nacer. ¿Por qué él a la serpiente y a la mujer cedió? ¿Y así, por qué sufrir? ¿Qué había en todo esto? Ahí estaba el árbol ¿y por qué no para él? Si no, ¿Por qué ponerlo junto a él donde estaba, en medio, el más hermoso? A todas las preguntas dan la misma respuesta: “Tal fue su voluntad, y EL es bueno.” ¿Y yo cómo lo sé? Poderoso, ¿Ha de ser también bueno? Lo hizo por los frutos - y amargos- con que debo vivir, por una culpa no mía. (Ve a Lucifer.)
¿A quién tenemos aquí? Una forma como de ángel, pero de aspecto más sereno y más triste de esencia más espiritual.
¿Por qué tiemblo? ¿Debería temerle más que a tantos espíritus que veo a diario agitar sus espaldas flamígeras ante la puerta donde rondo al ocaso, a veces para un atisbo fugaz de los jardines que son mi justa herencia, antes que anochezca sobre el muro cerrado y el árbol inmortal cuya copa rebasa los bastiones por ángeles defendidos? Si a mi no me asustan los ángeles con espadas de fuego ¿Por qué debe arredrarme éste que ahora se acerca? Pero parece, más poderoso que aquellos, y no menos hermoso, auque no tan hermoso como ha sido y podría ser: la pena parece que fuera la mitad de su inmortalidad. ¿Y es así? ¿Y un dolor puede salvar al hombre? Aquí viene. (Entra Lucifer.)
Lucifer. ¡Mortal!
Caín. Espíritu ¿quién eres?
Lucifer. Señor de los espíritus
Caín. Si es así ¿cómo puedes dejarlos, parta andar con el polvo?
Lucifer. Conozco qué piensa el polvo y siento con el polvo y contigo.
Caín. ¿Y sabes mis pensamientos?
Lucifer. Son los de todo ser digno del pensamiento: es la parte inmortal que habla en vuestro interior.
Caín. ¿Qué parte inmortal? Eso no nos fue revelado: mi padre en su locura, nos dejó separados del árbol de la vida; y del conocimiento, por prisas de mi madre, se probó demasiado pronto, ¡Y su fruto es muerte!
Lucifer. Te han engañado: tu has de vivir.
Caín. Yo vivo para morir, y al vivir, nada veo que me haga odiar la muerte, salvo el apego innato, un instinto de vida, sucio, pero invencible, que aborrezco, tal como me desprecio a mí mismo, más, no puedo vencerlo … y así vivo. ¡Ojalá nunca hubiera vivido!
Lucifer. Vives y para siempre debes vivir: no creas que la tierra, tu externa cubierta es la existencia.
Cesará y tú serás no menos que eres hay.
Caín. ¡No menos! ¿Y por qué no más?
Lucifer. Quizá serás lo mismo que nosotros.
Caín. ¿Qué sois vosotros?
Lucifer. Somos eternos.
Caín. ¿Sois felices?
Lucifer. No: ¿lo eres tú?
Caín. ¿Y cómo podría serlo? ¡Mírame!
Lucifer. ¡Pobre barro! ¡Y pretendes ser desgraciado! ¡tú!
Caín. Lo soy. ¿Y qué eres tú con todo tu poder?
Lucifer. Uno que aspiró a ser lo que te hizo, y que no te habría hecho lo que eres.
Caín. ¡Ah tu pareces casi un dios y…!
Lucifer. No lo soy: Y al haber fracasado en serlo, no querría ser si no lo que soy. Él venció: pues que reine.
Caín. ¿Quién?
Lucifer. El que hizo a tu padre y la tierra.
Caín. Y el cielo y todo lo que en ellos hay. Eso oí cantar a sus ángeles, y eso dice mi padre.
Lucifer. Dicen lo que deben decir y cantar, bajo pena de ser lo que lo que yo soy –y tú eres- entre espíritus y hombres.
Caín. ¿Y eso qué es?
Lucifer. Almas que se atreven a usar su inmortalidad para mirar a su tirano omnipotente, cara a cara perenne, ¡Y decirle que no es bueno su mal! Si él hizo como dice- y no sé y no lo creo-, peo si nos hizo no puede deshacerlo: inmortales somos. Y aún más él quiso que lo fuéramos para torturarnos así. ¡Pues que lo haga! El es grande pero aún en su grandeza, no es más feliz que somos nosotros en conflicto: la Bondad no hace el mal ¿Y qué otra cosa ha hecho Él? Que siga sentado allá en su vasto trono solitario, creando mundos que le aligeren la eternidad cargosa a su inmensa existencia, a su soledad siempre sin participación: que acumule los orbes: está solo, tirano, infinito, insoluble; si pudiera aplastarse a sí mismo, sería el mayor beneficio que jamás concediera: ¡pero siga reinando, siga multiplicándose a sí mismo en desgracia! Al menos los espíritus y los Hombres y sufriendo en concierto, hacemos nuestras penas mucho más soportables por vasta simpatía sin límites de todos con todos. Pero ¡Él! Tan cuitado en su altura, tan inquieto en su cuita, debe seguir creando y volviendo a crear.
Quizá se hará algún día un hijo, como os dio un padre, más si lo hace ¡créeme que será ese hijo un sacrificio!
Caín. Me hablas de cosas que hace mucho tiempo en visiones flotan ante mi mente: nunca reconcilié lo que veía con lo que oía. Mi padre y mi madre me hablaban de serpientes, de frutos y de árboles: hoy veo la puerta del que llaman ellos su paraíso guardada por un ángel de flamígera espada, que nos impide entrar: el trabajo diario me pesa y el pesar constante: miro entorno a un mundo donde yo no perezco ser nada, mientras los pensamientos se elevan a mí como si dominar pudiera todo, pero creí que esta desgracia solo era mía. Mi padre está domesticado, mi madre ya ha olvidado el ánimo que la hizo tener sed de saber a riesgo de una eterna maldición, y mi hermano es un pastor atento que ofrece los primeros nacidos de rebaño al que hace que la tierra no nos dé sin sudor nada : mi hermana Zillah canta himnos más temprano que las aves del alba; y mi Adah, amada mía no comprende tampoco lo que abruma mi mente: nunca pudo entenderme.Está bien: yo prefiero unirme a los espíritus.
Lucifer. Y si no hubiera sido adecuado, por tu alma, para tal compañía, yo ahora estaría delante de ti: como antes, una serpiente sería suficiente para imponer su hechizo.
Caín. ¿Tú tentaste a mi madre?
Lucifer. No tiento a nadie, sino con la verdad: ¿no fue aquel árbol el árbol del saber? ¿Y no era el árbol de la vida siempre fértil? ¿Fui yo quien le dijo que no comiera de él ?¿fui yo quien plantó lo prohibido al alcance de seres inocentes, curiosos por su propia inocencia? Yo os hubiera hecho dioses y el que os echó, fue porque no debías comer el fruto de la vida, y “llegar a ser dioses como nosotros”. ¿Fue eso lo que les dijo?
Caín. Eso fue, según dicen lo que oyeron entre truenos.
Lucifer. ¿Entonces quién fue el demonio?
¿A quién tenemos aquí? Una forma como de ángel, pero de aspecto más sereno y más triste de esencia más espiritual.
¿Por qué tiemblo? ¿Debería temerle más que a tantos espíritus que veo a diario agitar sus espaldas flamígeras ante la puerta donde rondo al ocaso, a veces para un atisbo fugaz de los jardines que son mi justa herencia, antes que anochezca sobre el muro cerrado y el árbol inmortal cuya copa rebasa los bastiones por ángeles defendidos? Si a mi no me asustan los ángeles con espadas de fuego ¿Por qué debe arredrarme éste que ahora se acerca? Pero parece, más poderoso que aquellos, y no menos hermoso, auque no tan hermoso como ha sido y podría ser: la pena parece que fuera la mitad de su inmortalidad. ¿Y es así? ¿Y un dolor puede salvar al hombre? Aquí viene. (Entra Lucifer.)
Lucifer. ¡Mortal!
Caín. Espíritu ¿quién eres?
Lucifer. Señor de los espíritus
Caín. Si es así ¿cómo puedes dejarlos, parta andar con el polvo?
Lucifer. Conozco qué piensa el polvo y siento con el polvo y contigo.
Caín. ¿Y sabes mis pensamientos?
Lucifer. Son los de todo ser digno del pensamiento: es la parte inmortal que habla en vuestro interior.
Caín. ¿Qué parte inmortal? Eso no nos fue revelado: mi padre en su locura, nos dejó separados del árbol de la vida; y del conocimiento, por prisas de mi madre, se probó demasiado pronto, ¡Y su fruto es muerte!
Lucifer. Te han engañado: tu has de vivir.
Caín. Yo vivo para morir, y al vivir, nada veo que me haga odiar la muerte, salvo el apego innato, un instinto de vida, sucio, pero invencible, que aborrezco, tal como me desprecio a mí mismo, más, no puedo vencerlo … y así vivo. ¡Ojalá nunca hubiera vivido!
Lucifer. Vives y para siempre debes vivir: no creas que la tierra, tu externa cubierta es la existencia.
Cesará y tú serás no menos que eres hay.
Caín. ¡No menos! ¿Y por qué no más?
Lucifer. Quizá serás lo mismo que nosotros.
Caín. ¿Qué sois vosotros?
Lucifer. Somos eternos.
Caín. ¿Sois felices?
Lucifer. No: ¿lo eres tú?
Caín. ¿Y cómo podría serlo? ¡Mírame!
Lucifer. ¡Pobre barro! ¡Y pretendes ser desgraciado! ¡tú!
Caín. Lo soy. ¿Y qué eres tú con todo tu poder?
Lucifer. Uno que aspiró a ser lo que te hizo, y que no te habría hecho lo que eres.
Caín. ¡Ah tu pareces casi un dios y…!
Lucifer. No lo soy: Y al haber fracasado en serlo, no querría ser si no lo que soy. Él venció: pues que reine.
Caín. ¿Quién?
Lucifer. El que hizo a tu padre y la tierra.
Caín. Y el cielo y todo lo que en ellos hay. Eso oí cantar a sus ángeles, y eso dice mi padre.
Lucifer. Dicen lo que deben decir y cantar, bajo pena de ser lo que lo que yo soy –y tú eres- entre espíritus y hombres.
Caín. ¿Y eso qué es?
Lucifer. Almas que se atreven a usar su inmortalidad para mirar a su tirano omnipotente, cara a cara perenne, ¡Y decirle que no es bueno su mal! Si él hizo como dice- y no sé y no lo creo-, peo si nos hizo no puede deshacerlo: inmortales somos. Y aún más él quiso que lo fuéramos para torturarnos así. ¡Pues que lo haga! El es grande pero aún en su grandeza, no es más feliz que somos nosotros en conflicto: la Bondad no hace el mal ¿Y qué otra cosa ha hecho Él? Que siga sentado allá en su vasto trono solitario, creando mundos que le aligeren la eternidad cargosa a su inmensa existencia, a su soledad siempre sin participación: que acumule los orbes: está solo, tirano, infinito, insoluble; si pudiera aplastarse a sí mismo, sería el mayor beneficio que jamás concediera: ¡pero siga reinando, siga multiplicándose a sí mismo en desgracia! Al menos los espíritus y los Hombres y sufriendo en concierto, hacemos nuestras penas mucho más soportables por vasta simpatía sin límites de todos con todos. Pero ¡Él! Tan cuitado en su altura, tan inquieto en su cuita, debe seguir creando y volviendo a crear.
Quizá se hará algún día un hijo, como os dio un padre, más si lo hace ¡créeme que será ese hijo un sacrificio!
Caín. Me hablas de cosas que hace mucho tiempo en visiones flotan ante mi mente: nunca reconcilié lo que veía con lo que oía. Mi padre y mi madre me hablaban de serpientes, de frutos y de árboles: hoy veo la puerta del que llaman ellos su paraíso guardada por un ángel de flamígera espada, que nos impide entrar: el trabajo diario me pesa y el pesar constante: miro entorno a un mundo donde yo no perezco ser nada, mientras los pensamientos se elevan a mí como si dominar pudiera todo, pero creí que esta desgracia solo era mía. Mi padre está domesticado, mi madre ya ha olvidado el ánimo que la hizo tener sed de saber a riesgo de una eterna maldición, y mi hermano es un pastor atento que ofrece los primeros nacidos de rebaño al que hace que la tierra no nos dé sin sudor nada : mi hermana Zillah canta himnos más temprano que las aves del alba; y mi Adah, amada mía no comprende tampoco lo que abruma mi mente: nunca pudo entenderme.Está bien: yo prefiero unirme a los espíritus.
Lucifer. Y si no hubiera sido adecuado, por tu alma, para tal compañía, yo ahora estaría delante de ti: como antes, una serpiente sería suficiente para imponer su hechizo.
Caín. ¿Tú tentaste a mi madre?
Lucifer. No tiento a nadie, sino con la verdad: ¿no fue aquel árbol el árbol del saber? ¿Y no era el árbol de la vida siempre fértil? ¿Fui yo quien le dijo que no comiera de él ?¿fui yo quien plantó lo prohibido al alcance de seres inocentes, curiosos por su propia inocencia? Yo os hubiera hecho dioses y el que os echó, fue porque no debías comer el fruto de la vida, y “llegar a ser dioses como nosotros”. ¿Fue eso lo que les dijo?
Caín. Eso fue, según dicen lo que oyeron entre truenos.
Lucifer. ¿Entonces quién fue el demonio?
soy un apasionado del tema al punto de ser llamado y conocido por cain el judio errante y lo he tomado tan en serio que me lo estoy creyendo , los felicito por su espacio , favor consultar somarevistadepoesia.blogspot.com
ResponderEliminarque bien que se traten temas como estos,
ResponderEliminarYa hace tiempo que se publicó esto pero me gustaría echar un poco de cara, ya que no os conozco, y pediros la obra digital completa, pues no la encuentro en ningun lado y llevo años buscandola.
ResponderEliminarGracias, escribidme a wwwayax666@gmail.com para darme una respuesta sea buena o mala por favor.
Estoy en busca de este texto desesperadamente hace meses, he consultado en todas las librerías de nuevos, usados, intenté bajarlo en algún sitio web, pero simplemente no está en ningún lado, te agradecería muchísimo si tienes el texto completo y eres tan amable de enviármelo a margrit_ana@yahoo.com.ar
ResponderEliminarTe agradezco mucho
No todos los depravados se enorgullecen de sus llagas. Algunos nos arrepentimos y clarea nuestros ojos el arrepentimiento, y el aire se vuelve más puro.
ResponderEliminarHe visto conductores borrachos arremeter contra policías; e infractores de la ley con los ojos perdidos ante la autoridad, ¿cuál será su tema de hablar?
Sus decisiones les vuelven errantes y fingen ser descubridores de gloria en sus espejismos. Son generosos con sus miasmas, ¡Oh, pero qué ganas de compartir lo que vivo!
Cantan desde sus prisiones, y desde su temporalidad embisten la lanza. Su odio es contra la infinitud, su amor y pasión por su segundo fugaz.
Y al final, ¡oh, esta necesidad! ¡Necesito que alguien me escuche! Que se enteren de esta crueldad. Puedo himnos decir, puedo adorar. ¿Pero a quién?
Por favor, te imploro, escuchad…
No todos los depravados se enorgullecen de sus llagas. Algunos nos arrepentimos y clarea nuestros ojos el arrepentimiento, y el aire se vuelve más puro.
ResponderEliminarHe visto conductores borrachos arremeter contra policías; e infractores de la ley con los ojos perdidos ante la autoridad, ¿cuál será su tema de hablar?
Sus decisiones les vuelven errantes y fingen ser descubridores de gloria en sus espejismos. Son generosos con sus miasmas, ¡Oh, pero qué ganas de compartir lo que vivo!
Cantan desde sus prisiones, y desde su temporalidad embisten la lanza. Su odio es contra la infinitud, su amor y pasión por su segundo fugaz.
Y al final, ¡oh, esta necesidad! ¡Necesito que alguien me escuche! Que se enteren de esta crueldad. Puedo himnos decir, puedo adorar. ¿Pero a quién?
Por favor, te imploro, escuchad…
no todos los malditos se enorgullecen de su caida , no todos los olvidados, y perdidos, se precian de su bajeza , el mal acecha a la vuelta de la esquina , pero que bella que es la vida
ResponderEliminarcain habita entre nosotros , en nosotros
atte
cain
cainvive@hotmail.com
Qué bueno poder leerlo en español. Soy compositor y estoy trabajando una obra musical con este fuertísimo texto, en inglés y en francés. Me inscribo también para recibirlo en español si es posible, me sería muy útil. Saludos
ResponderEliminarPS. Y mi dirección: patricio.wang@free.fr
ResponderEliminarPATRICIO:
ResponderEliminarEs un gusto ver tú cometario, bienvenido a mi blog, recibe de mi parte un cordial apretón de manos. Quiero decirte que ya llevo algún tiempo traduciendo esta obra, la verdad se me ha hecho difícil porque mis habilidades con el inglés son muy deficientes, además estoy copiando el texto integro desde el libro físico, para tener una versión virtual de la obra; ya he publicado otros fragmentos en este mismo blog, y espero publicar la obra completa, te invito a que los leas en las etiquetas referentes a “CAIN UN MISTERIO”, “LORD BYRON” y “TRADUCCIONES” en este, tu blog amigo LUZ BELLA AVERNI, pronto publicaré un fragmento más.
Saludos Cordiales…