De enero a esta fecha algo ha
cambiado, si bien es cierto ya no sufro las mismas necesidades a las que me vi
sometido el año pasado, otras necesidades han surgido. Ahora estoy más
despejado, si, y siento que poco a poco estoy viviendo los sueños que hasta
algunos meses sólo me limitaba imaginar. Uno de esos ideales tenía que ver con
conocer a ciertas personas que admiro y trabar amistad con ellas; otro tenía
que ver con ser admitido en un taller, al cual nunca me imaginé que iba a
entrar de la forma en la que fui admitido, eso es un gran punto a mi favor,
pero a veces me siento defraudado conmigo mismo por no rendir como debería.
Veo uno de los libros que me ha
regalado el maestro Ricardo Lindo, a quién respeto mucho y estimo, pero leo con
cierta reticencia lo que ha dedicado, preguntándome si es verdaderamente
cierto:
"Para mi amigo Ronald, el joven
escritor"
No quiero ser malagradecido con
el cumplido, pues no lo digo porque me llame amigo, sino por lo de “escritor”,
porque esa rubrica surge a raíz de externarle las mismas dudas de las que hago
catarsis en este escrito: por eso pienso que sólo lo hace por levantarme el
autoestima, no sé… pues para mí, siento que la realidad de mis escritos es
distinta, siento que quizás me falta disciplina, inteligencia, talento, un
montón de cosas, o sólo me exijo mucho. Por eso no puedo evitar hacerme estas
preguntas: ¿De verdad tendré madera para algún día ser considerado escritor? O
¿sólo soy un simple charlatán? ¿Es bueno el exceso de confianza o es algo que
hace daño? No sé… por el momento no tengo la madurez necesaria para
responderlas.