Borrar todo lo que haya escrito, y empezar de
nuevo. Quemar mis versos y comenzar con una nueva estética. Romper también con
las relaciones que hasta ahora he cultivado, y conservar junto a mi sólo gente que le aporte algo positivo a mi vida,
tienen que ser una sola cosa para que pueda emerger de mi una nueva poesía, más
mía, con mi propia voz. Todo, por
mi búsqueda de dejar aquella página
que verdaderamente toque las fibras de otro ser humano. Aquella página que
pueda trascender el tiempo, y me rescate del olvido. Y si tal vez no logro
escribirla, por lo menos un verso, que si pueda figurar en mi epitafio, más
allá de estos, que escribiera hace algunos años:
Te vas nodriza, reloj de arena,
Incendiando la ruta de las aves.